Señoras y
señores:
Por la grata generosidad de
ustedes, colegas periodistas, estoy en este sitial de donde debo desde ahora,
con los demás integrantes de la
Directiva , dirigir los destinos de la Seccional del Colegio
Nacional de Periodistas.
Hoy 27 de junio, nuestro
día por ser el día del Correo del Orinoco, debemos iniciar nuestras labores con
el beneplácito de ustedes, distinguidos ciudadanos e invitados que de una forma u otra
están ligados a los medios de comunicación social.
Surge esta juramentación en
momentos en que crece la pasión partidista en busca de una solución electoral para los ingentes
problemas planteados en/el desarrollo integral del país. Toda la atención
venezolana esta puesta en este debate público que transcurre en torno a los programas y
candidatos y, no es extraño que así sea, por cuanto de ellos va a depender en mucho la suerte de la
nación, al menos,
durante los próximos seis años.
Pero a pesar del hecho
electoral tan natural en las comunidades democráticas que absorbe la atención del
venezolano, habrá sin duda un espacio importante para mirar hacia el interior de la Seccional donde se plantean
cuestiones fundamentales al ejercicio y fines del periodismo.
Cuestiones que por ser de nosotros los
profesionales, también lo son de la región
si es que partimos de que el
periodista como el maestro es guía y luz de los pueblos.
Y porque no partir de este principio
si convicción es ya generalizada de que el
periodista es un apóstol cuya doctrina es la verdad, un mensajero del pueblo que, para citar /un
concepto de uno de los periodistas más prominentes de su tiempo, fundador del
Herald de Nueva York, James Goldon Bennett, “el periodista siempre tiene que
estar con el pueblo, pensar con él,
sentir con él, y no temer a nada.
Siempre debe ser correcto, siempre firme, siempre popular, siempre libre”.
Por eso esta profesión es una tarea a la
vez que noble, difícil, porque noble y difícil ha sido en todos los tiempos
estar al lado del pueblo. De aquí que
cuando se cercena la libertad de información para ocultar lo que el pueblo tiene derecho a saber, salimos en defensa de ella y en nada reparamos para
desafiar y afrontar los riesgos
que signifique y pugnar a favor de un derecho que es natural
del hombre y sin el cual imposible seria cumplir nuestra misión social.
Por la libertad de expresión, en la cual está
involucrada de hecho la libertad de información, hemos librado las
más singulares batallas. Poseemos todo un
voluminoso expediente donde se registran violaciones, atropellos y falsas interpretaciones de ese derecho
humano consagrado en nuestra Constitución. No ha habido una asamblea del gremio de periodistas, cualquiera que sea su
categoría, donde no se haya planteado y debatido el problema y concebido fórmulas
para denunciar y combatir las medidas de limitación o usurpación así como la represión y presión ejercidas contra la
libertad de opinión.
Nuestra lucha más desesperada ha sido contra los
dictadores que en todos los tiempos han
amordazado a los medios de comunicación social y conculcado los derechos más elementales del pueblo. Sin
embargo, debemos afirmar que no ha sido
así la lucha bajo el signo de la democracia donde existe la posibilidad de disentir y reclamar el ejercicio de los derechos humanos. Pero la democracia
-y la nuestra es un ejemplo- tiene
defectos, fallas grandes que a esta altura de la civilización deberían ir desapareciendo. Uno de esos defectos es precisamente la forma como se defiende la libertad de
expresión cuando se esta en la oposición y como se le teme y se le ataca cuando se esta en los estrados del
Poder.
El hasta hace poco Presidente de Cosa
Rica y Premio Nóbel de la Paz
1987, Oscar Arias, dijo en un discurso por la defensa de la libertad de
expresión que un Gobierno que no tenga oposición debería inventarla. La oposición es necesaria y conveniente
porque señala y denuncia los males que afectan a la sociedad y que todo
gobierno democrático está obligado a corregir y agradecer en vez de perseguir y
condenar.
Cuando salimos a la palestra gremial
para abogar por la responsabilidad que hoy asumimos enarbolamos esta bandera de
la libertad de expresión, el derecho a la información y el acceso a las fuentes
informativas en busca de la verdad, porque aún cuando en nuestro estado esos
males no son evidentes; por lo contrario, estamos conscientes de que ocurren en
otras partes de Venezuela y la seccionales son solidarias y siguen los
lineamientos que pauta la
Convención y la Directiva Nacional.
Otras de nuestras banderas apunta
hacia la dignificación de la misión social del periodista, muchas veces
menoscabada por la necesidad de un empleo que le impone la propaganda en vez de la información honesta, cabal e
informativa, tal cual como lo establece nuestro código de ética. Apunta asimismo a la
protección y respeto al título profesional, fomento del espíritu de solidaridad gremial y protección económica, social y profesional
de los periodistas.
Será
tarea inmediata aprobar un Reglamento
Interno de la seccional de acuerdo a nuestra realidad que es distinta a la Directiva Nacional
por cuyo reglamento ha venido funcionando nuestra seccional y procuraremos que
los dadores de premios oficiales como privados se atengan a las normas básicas que
sobre esta materia se hallan establecidas, para que no
ocurra lo que acaba de suceder con los premios municipales José Carrillo Romero
y Lucas Manzano en Ciudad Guayana que
luego que el hoy cumpleañero Correo del Caroní fue nombrado “Diario impreso del
año” por el Jurado legalmente designado, a las pocas horas el Concejo
Municipal, en sorprendente alzada por demás insólita y arbitraria,
declaró como desierta esa mención, lo que por supuesto produjo un
rechazo enérgico inmediato de la Junta
Directiva seccional, con lo cual nos solidarizamos y
secundamos plenamente, sobre todo y con mayor fuerza porque el Colegio de
Periodistas de Ciudad Bolívar igualmente ha sido afectado al arrogarse el
Ejecutivo Regional una atribución que es única e inapelable del Jurado y
declarar desierto el premio “Andrés Roderick” otorgado al colega Ismael Morales
Pérez como caricaturista del año. Esto lógicamente será objeto de un
pronunciamiento público mañana, una vez que la Directiva Seccional
se haya posesionado de sus facultades correspondientes.
La
vigilancia y protección que requiere la casa donde se edito el Correo del
Orinoco que hoy cumple 192 años de su aparición, no debe ser abandonada por el
gremio, no sólo por su valor e importancia histórica sino porque la adquisición
y restauración de ese inmueble fue posible gracias a una lucha emprendida y
sostenida por los periodistas locales y nacionales desde tiempo de nuestra
madre nutricia la
Asociación Venezolana de Periodistas.
Queremos
incorporar directamente al trabajo gremial a todos los cenepistas. Para ello interrogaremos a todos y cada uno sobre
el área
que
desea trabajar y qué le gustaría realizar a favor de la institución. Quienes cumplan y rindan en una tarea
beneficiosas, seguro que tendrán un reconocimiento moral y material de la institución que incluso puede traducirse
más adelante en posiciones directivas y de esta manera acabar con el aventurerismo,
con ese deseo precipitado de quienes apenas salido de la escuela de periodismo,
sin ninguna experiencia gremial ni haber pateado las calles en busca de la
verdad periodística, pretenden de una vez ascender a los puestos de
dirección para satisfacer figuración
personal o partidista. La institución no
tiene ideología político partidista, sólo está animada por la doctrina del buen periodismo, de ese a que se
refiere Juan Pablo II cuando dice: “La
libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación
humana, no sólo en relación con los hechos
y la información, sino también y especialmente con la naturaleza y
destino de la persona humana respecto a la sociedad y el bienestar común”.
Quiero
cerrar esta disertación con ese pensamiento de Juan Pablo II que acabo de
citar, pero que también es parte, debería ser parte, de nuestro breviario cotidiano antes de salir a
la calle a cumplir la misión que nos hemos trazado con entera dedicación
vocacional.
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