DISCURSO PRONUNCIADO POR AMÉRICO
FERNÁNDEZ EN EL COLEGIO DE INGENIEROS DE CIUDAD GUAYANA EL 17 DE OCTUBRE DE
2006 EN EL ACTO CONVOCADO PARA HONRAR LA MEMORIA DEL EXTINTO HOMBRE
PÚBLICO DE GUAYANA
INGENIERO LEOPOLDO SUCRE
FIGARELLA
Estamos aquí, señoras y
señores, para honrar la memoria del hombre que tenía una manera muy propia de
sentir y hacer para satisfacer exigencias de la sociedad en cuyo seno se
desenvolvía. Sujeto a esa conducta legítima, Leopoldo Sucre Figarella, procuró
desde los mismos tiempos de su adolescencia,
ser ungido para estar donde se encuentran los recursos e instrumentos de
la Democracia como forma de vida y de Gobierno.
Cualquier lugar de la compleja
maquinaria de la administración pública es bueno para actuar cuando se tiene
auténtica vocación de servicio y Leopoldo Sucre Figarella la tuvo
indudablemente, y se formó y preparó académicamente en función de esa
inclinación natural siguiendo la viva huella de sus antepasados donde
descuellan gobernantes como Carlos de Sucre y guerreros como el Mariscal de Ayacucho,
lejanos si se quiere, pero los genes,
semillas de la herencia, no admiten lejanías.
Debió, sin embargo, formarse,
prepararse y ser líder como realmente lo fue desde sus tiempos de estudiante de
segundo nivel cuando lo eligieron
Secretario General de la Federación de Estudiantes de Venezuela que venía
operando como una Seccional en el Estado Bolívar desde 1938 por iniciativa de
Arreaza Almenar, Antonio José Puppio y el poeta Alarico Gómez. Este valor gremialista de su juventud le
abrió las puertas de la Universidad de Caracas, donde sus compañeros reconocieron
sus méritos y lo designaron primer representante de la Facultad de Ingeniería en un Congreso Universitario y posteriormente delegado
estudiantil ante el Consejo de la misma Universidad Central de Venezuela,
donde, en 1948, se graduó de ingeniero civil cuando prácticamente se interrumpía aquél
experimento social y democrático de la Revolución de Octubre del 45 liderado
por un hombre de la Generación del 28, Rómulo Betancourt y más luego desde la
Primera Magistratura de la nación por el Maestro Rómulo Gallegos. Apenas duró tres años este experimento, pues
por enésima vez el zarpazo militar interrumpió el período constitucional. .
Desde los aurorales tiempos
de la Independencia, los Sucre han estado verticalmente identificados con los
movimientos republicanos, democráticos y progresistas y aunque la prosapia del
apellido ha sido respetado por los gobiernos cualquiera haya sido su signo, en
1952, Leopoldo Sucre Figarella cayó en las
garras de la Seguridad Nacional, organismo de represión política del régimen
peezjimenista que lo internó en la Cárcel Modelo de Pro- Patria, atestada
de presos políticos. Allí Leopoldo
encontró a sus hermanos Kiko y Guillermo además de su paisano Antonio Lauro. También a Manuel Adrianza, Antonio Estevez y los
comunistas Guillermo García Ponce y
César Octavio Rojas, uno de los pocos llevados a los campos de concentración de
Guasina y Sacupana y quien exclamó asombrado en cierta ocasión: Cómo iba
imaginarse en medio de aquella oscuridad de terror carcelario, que aquél joven
huraño y hermético llamado Leopoldo que conoció en la cárcel, que pasaba todo
el día leyendo, llegaría a ser el hombre fuerte de Guayana. Lo que si entrevía entonces
–me dijo- era el porvenir de Antonio Esteves y de Antonio Lauro como músicos y
compositores, pues ambos formaron un orfeón
con presos políticos. El grupo polifónico comenzó por parodiar a “María
Moñito”. Después le entraron de lleno a los sonidos protestatarios.
“Si Pedro Estrada muriera / todo el mundo se alegrara / por lo menos
los espías / los cabellos se arrancaran ///
Con la alpargata / dale al cabrón / vuélvelo polvo / sin compasión/.
El 24 de julio, fecha natalicia
del Libertador, la Junta de Gobierno,
entonces presidida por el doctor Germán Suárez Flamerich después del asesinato
emboscado de Carlos Delgado Chabaud, ofreció la Libertad a aquellos presos que
se comprometieran bajo caución y ante la Sección respectiva de la Seguridad
Nacional a no mezclarse en asuntos políticos, no ausentarse de la Ciudad sin autorización previa y presentarse a
control político una vez a la semana.
Fue así, por esa caución, que el 24 de julio de 1952 salió de la Cárcel
Modelo de Pro- Patria un centenar de presos, entre ellos, Leopoldo que aunque
consciente de estar policialmente vigilado, encontró siempre una fisura para
trabajar en la clandestinidad a favor de su partido y de los movimientos
empeñados por cualquier medio en restaurar el sistema democrático de gobierno,
lo cual sucedió a partir del 23 de enero de 1958, cuando Leopoldo se integró de
lleno y con mayor pasión a la lucha política que lo colocó en posiciones que le
permitieron como profesional ejecutivo la realización de buena parte de la
infraestructura en la cual se ha venido apoyando la actividad socio económica
de la Venezuela de nuestros días.
Había estado seis años prestando
servicios como ingeniero en la Oficina de Rafael Vegas León que lo puso al
frente de la dirección y ejecución de los
proyectos de control de inundaciones y riesgo de Barlovento en el Estado
Miranda; autopista de El Valle, autopista Este-Oeste de Caracas, Avenida
Libertador, entre otros.
Había estado también desde 1956, dirigiendo
su propia empresa con una planta de 25
empleados entre técnicos y profesionales de la ingeniería y la arquitectura que
le permitió construir cincuenta
edificios particulares, la urbanización Curimare, la Urbanización Terrazas del
Club Hípico; autopista Norte-Sur en Caracas y la Avenida Intercomunal de El
Valle así como otras obras urbanísticas de interés que sería largo enumerar.
Venía de ejercer la Secretaría de Finanzas del Comité Ejecutivo
Nacional de su partido y la jefatura de la Fracción de Ingenieros cuando Rómulo
Betancourt, primer presidente de la época democrática actual, lo nombró
Gobernador del Estado Bolívar, el 24 de septiembre de 1960. Tomó posesión de la
Gobernación a la edad de 34 años. Era el
segundo bolivarense nacido en Tumeremo después de Horacio Cabrera Sifontes que llegaba a la primera magistratura
regional. En aquel antiguo y último
pueblo misionero, nació el primero de
agosto de 1926, este descendiente de los primeros Sucre que llegaron a Venezuela y se instalaron en la
primogénita Cumaná, centro y capital de la Provincia de la Nueva Andalucía.
El fundador de la Familia Sucre en Venezuela fue don Carlos de Sucre y
Pardo, hijo del Marqués de Preux, nacido en Flandes. Llegó a la América como Gobernador de Santiago
de Cuba y de aquí fue trasladado a Cartagena de Indias en 1723 y finalmente
designado en 1729 Gobernador de Nueva
Andalucía. En 1731, el Rey Felipe V
resolvió subordinar la Provincia de Guayana al Gobierno de Nueva Andalucía y
tres años despues
(1734); don Carlos de Sucre, se trasladó a Santo Tomás de la Guayana a tomar
posesión de la provincia y aquí permaneció durante casi un año, tiempo durante
el cual fortificó el antiguo Convento de San Francisco levantado por don Antonio
de Berrío. Lo transformó en un Castillo y residió en él.- Carlos de Sucre gobernó Cumaná hasta 1740 que viajó a Madrid donde falleció en
1746.
En Nueva Andalucía dejó a
su hijo Antonio de Sucre y Estrelles, quien echó raíces en Cumaná y tuvo varios
hijos, entre ellos, Vicente de Sucre y Urbaneja, más tarde Comandante de los
Nobles de Húsares, casado con doña Maria Manuela de Alcalá y tuvieron nueve
hijos, casi todos mártires de la Guerra de Independencia, incluyendo al Mariscal
de Ayacucho Antonio José de Sucre.
Maria Manuela de Alcalá
falleció en 1802 cuando su séptimo hijo Antonio José tenía apenas siete años.
Entonces Vicente de Sucre decidió casarse por segunda vez y lo hizo con Narcisa
Márquez de Alcalá, prima de su esposa muerta y con la que tuvo dos hijos, uno
de ellos, Juan Manuel Sucre, quien se radicó en Angostura.
En efecto, Juan Manuel
Sucre, hermano del Mariscal de Ayacucho, abandonó Cumaná en 1840 y se instaló
en Angostura con toda su familia, vale decir, con su esposa Águeda Moor, con
quien se casó en Cariaco el 4 de julio de 1837 y su hijo Leopoldo Sucre Moor, de
tres años, nacido en Cumaná y quien después se destacó como excelente pianista.
Leopoldo se casó en Angostura con Juana Ripol y fundó junto con Pepe Mármol en
1860 las dos primeras Bandas del Estado:
la Banda Municipal Juan Bautista Dalla
Costa y la Banda de Artillería Manuel Piar. Otro de los ochos hijos de Juan
Manuel Sucre nacidos y ramificados en Angostura fue Juan Manuel Sucre Moor,
casado con Delfina Zamarra Afanador; padres
ellos de Juan Manuel Sucre Zamarra, quien se casó con Matilde Ruiz, hija del
Dr. José Ángel Ruiz, cuyo nombre comparte con el médico José Rafael Páez el
Hospital Universitario de Ciudad
Bolívar.
Juan Manuel Sucre Moor,
tatarabuelo de Leopoldo Sucre Figarella,
falleció en Ciudad Bolívar el 30 de enero de 1889, a la edad de 85
años. Participó activamente en la
política del Estado, ocupó importantes cargos públicos y fue en 1874 Senador
por Guayana. Partidario de Guzmán Blanco
y de la Revolución de Abril, fundó en Ciudad Bolívar el primero de septiembre
de 1869 el periódico “El Orden”, importante vocero que los liberales
partidarios de Juan Bautista Dalla Costa, editaron para contrarrestar las
opiniones adversas de El Boletín Comercial, defensor de los intereses políticos
de Los Azules, liderados a nivel nacional por el entonces octogenario héroe de
la Independencia, General José Tadeo Monagas.
Juan Manuel Sucre Zamarra,
hijo de Juan Manuel Sucre Moor, tuvo en matrimonio con Matilde Ruiz, tres
varones y tres hembras. Entre los
varones debo mencionar a José Manuel Sucre Ruiz, conocido cariñosamente por los
bolivarenses como “Chipo Sucre” de quien tuve la satisfacción de ser su mano
derecha cuando era Gerente de la Casa Mercantil F. E. Salazar.
Don José Manuel Sucre
Ruiz, casado con Lucila Trías, fue Gobernador del Territorio Federal Delta
Amacuro y Administrador del Palacio de Miraflores en el período del presidente
Raúl Leoni. Padre de la doctora Elda, Lucila y del doctor Juan Manuel Sucre
Trías, quien fue congresista y Embajador de Venezuela en Londres.
Debo mencionar también,
obviamente, como hijo de Juan Manuel Sucre Zamarra a Juan Manuel Sucre Ruiz, el
padre de Leopoldo Sucre Figarella. Juan
Manuel Sucre Ruiz, mejor conocido por sus paisanos bolivarenses como “Juancito”,
se casó con Inés Figarella y de ellos
nacieron el General Juan Manuel Sucre
Figarella, el médico Antonio Sucre Figarella, el diplomático Francisco (Kico) Sucre
Figarella, el escritor, premio nacional de literatura, Guillermo Sucre Figarella, Inés Matilde Sucre Figarella
de León y el ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, quien nació en Tumeremo cuando
su padre Juan Manuel Sucre Ruiz era en ese municipio Gerente de la firma
“Rosales y Compañía” En ese entonces,
Chipo Sucre, agente viajero de la Casa Blohm, me contó que cuando iba a Tumeremo
llegaba a la casa de su hermano Juancito y una mañana muy temprana a la hora
del desayuno, vio que su hermano estaba hecho un demonio y le reprochó el que
tuviese que enojarse minutos antes de tomar el
desayuno. A lo que le respondió:
“Yo no estoy caliente nada. Es que si no
lo hago así, me joden esos carajos”.
De suerte que con tan
tremenda carga hereditaria llegó Leopoldo Sucre Figarella a la gobernación del
Estado Bolívar en septiembre de 1960, para desde aquí emprender carrera como
ejecutivo de personalidad recia y mano firme, capaz de romper las murallas de
la adversidad política y a quien todo el mundo respetaba incluso los errores
que como todo ser humano tuvo, pero eclipsados por la contundencia civilizadora
de sus obras.
Tenía tres meses al
frente de la Gobernación del Estado Bolívar cuando el Presidente de la
República, Rómulo Betancourt, creó por Decreto, el 29 de diciembre de 1960, la
Corporación Venezolana de Guayana, sin prever quizá que sería más adelante uno
de sus Presidentes, el de mayor tiempo y empuje. Una afinada intuición permitía a Betancourt acertar
en la escogencia de sus colaboradores. Designó al frente de la CVG al General
Rafael Alfonso Ravard y a Leopoldo Sucre Figarella en la Gobernación del Estado,
una combinación perfecta para poner en marcha el desarrollo de Guayana.
Sucre Figarella llegaba para administrar con mano cierta a un
Estado que no obstante su inmensa geografía, apenas contaba los 200 mil
habitantes. No existía el hoy municipio
Caroní. Puerto Ordaz apenas fundado
hacía ocho años, dependía de Ciudad
Bolívar y San Félix estaba bajo la jurisdicción de Upata.
El Distrito
Caroní fue creado bajo su administración mediante reforma de la Ley de División
Político-territorial, el 29 de junio de 1961 y quedó conformado con el
Municipio San Félix del Distrito Piar y los Centros poblados Puerto Ordaz,
Matanzas, Castillito, Caruachi, La Ceiba, Alta Vista, Yocoima, Macagua y
Chirica que pertenecían al Municipio Ciudad Bolívar.
El
domingo 2 de julio, el Presidente de la República Rómulo Betancourt, colocó en
acto solemne una piedra simbólica de lo que sería al final Ciudad Guayana. Pero
en el sitio fue colocada un acta donde se hacía constar que esa ciudad moderna
se llamaría Santo Tomé de Guayana. Sin embargo, al reformarse la Ley se puso a
San Félix de Guayana como Capital del Distrito Caroní y posteriormente Ciudad
Guayana. Y tenía que ser así para evitar una confusión histórica toda vez que
Santo Tomás o Santo Tomé de Guayana es por antonomasia la que siempre ha sido
Capital del Estado, vale decir, la ayer Angostura, hoy Ciudad Bolívar.
De
manera que bajo la égida de esa combinación perfecta se inició lo que sería
Ciudad Guayana y comenzó a operar, 1961,
la Planta Siderúrgica del Orinoco con la producción de arrabio, tubos sin
costura y acero líquido, al mismo tiempo que se inauguraban las operaciones de
la Primera Presa de Macagua.
Durante
la gestión de un año y seis meses del gobernador Leopoldo Sucre Figarella, coadyuvó
para que el Núcleo Bolívar de la UDO iniciara sus actividades el 8 de enero de
1962 y se iniciara la construcción del
Puente sobre el Orinoco con los estudios preliminares de hidrología y geología
del lugar donde sería emplazada la obra y los cuales estuvieron a cargo de la
Escuela respectiva de la UDO; se inauguró el Liceo Tomás de Heres, la Escuela
Normal Columbo Silva Bolívar, el Acueducto de la Sabanita y Cuartel de
Bomberos. Asimismo se hizo un estudio en función del desarrollo urbanístico de Ciudad
Bolívar y se diseñó un plan para sanear y recuperar la Laguna del Porvenir convertida
finalmente en Jardín Botánico.
El
17 de abril de 1962, el Presidente Betancourt designó al ingeniero Rafael
Sanoja Valladares, Gobernador del Estado y a Leopoldo Sucre Figarella, lo
transfirió al Ministerio de Obras Públicas, otorgándole así una responsabilidad mayor en la
administración nacional, pero encuadrada dentro de su disciplina de ingeniero,
cuyas ejecutorias comenzaron a dar frutos a la luz de una nueva Constitución,
la promulgación del Primer Plan de la Nación, el rescate de la industria
petrolera y la Ley de Reforma Agraria.
Pero no vamos a
referirnos a las obras públicas ejecutadas a lo largo y ancho de la geografía
nacional por ser demasiado extenso. Sólo
lo más importante sucedido en Guayana desde las posiciones político-administrativas
desempeñadas, vale decir, como Ministro de Obras Públicas, Ministro de
Comunicaciones, Senador y Ministro de Estado para la Presidencia de la
Corporación Venezolana de Guayana.
Con
motivo del bicentenario de la fundación de Upata a cuyos actos vino el Presidente
Betancourt acompañado de Raúl Leoni para entonces Presidente del Congreso, J M
Siso Martínez y Sucre Figarella, se inauguraron obras directamente construidas
por el Ministerio de Obras Públicas que desempeñaba o en coordinación con el
gobierno Regional que había dejado. Entre
las más importantes, destacan: la carretera Caruachi-Upata-El Manteco; las
avenidas Yocoima y Bicentenario y un conjunto de 300 viviendas. En Ciudad Bolívar:
el grupo escolar la Lorena, Instituto de Comercio Dalla Costa, Avenida Libertador
y la Mariquita. En esa ocasión acompañó a Betancourt para presenciar la primera
colada de acero en uno de los hornos de Acería
de la Planta Siderúrgica del Orinoco.
El 23 de julio de 1963,
se constituyó formalmente la empresa CVG-Electrificación del Caroní (EDELCA)
que inició sus operaciones con un capital de 514 millones de bolívares. Ya
finalizando su mandato el Presidente de la República, Raúl Leoni, suscribió el
contrato para la construcción de la Central Hidroeléctrica de Gurí, en el Cañón
de Necuima, 90 kilómetros aguas arriba de la presa Macagua I.
En el período
constitucional 1963-1968, Leopoldo Sucre Figarella se reafirmó como Ministro de
Obra Públicas. Fue un periodo de grandes
obras para Guayana gracias a la natural condición de guayaneses del Presidente
de la República, Raúl Leoni y de su Ministro de Obras Públicas Leopoldo Sucre
Figarella. También el doctor J. M. Siso Martínez era Ministro de Educación, por
lo que la educación y la cultura en Guayana tuvo uno de sus momentos de mayor
auge...
Tres acontecimientos
relevantes tuvieron lugar en 1967: la inauguración del Puente Angostura sobre
el Orinoco, la reconstrucción del Paseo Orinoco y la Feria Internacional de
Ciudad Bolívar como marco de estas obras monumentales.
El
Puente Angostura sobre el Río Orinoco fue inaugurado el 6 de enero, día de
Reyes, por el Presidente Raúl Leoni, quien junto con su esposa e hijos fue el
primero en cruzarlos a bordo de un vehículo descapotado detrás del cual desfiló
una caravana impresionante de autos y gentes alborozadas. Se trataba, para
entonces, del puente colgante más largo de América del Sur y el Noveno del
mundo. Fue construido con una inversión cercana a los 178 millones de
bolívares. Durante los primeros tres días transitaron por él, 36 mil vehículos
y eliminó automáticamente el tradicional servicio de chalanas.
La
gran Feria Internacional del Orinoco duró una semana e impresionó por su
espectacularidad y multitudinaria asistencia. En ella expusieron 67 artesanos y
pequeños industriales, incluyendo el sector indígena.
La
transformación del antiguo Paseo La Alameda en el moderno Paseo Orinoco fue
inaugurada igualmente por el Presidente Leoni. Esta obra nacional ejecutada por
el MOP y con la cual se mejoró el urbanismo de la capital guayanesa.
En
una acción de reafirmación de nuestra soberanía sobre el territorio Esequibo,
se ocupó no sólo militarmente la Isla de Anacoco, sino también mediante un conjunto
de obras de infraestructura y más luego, una Asamblea General de Legisladores
de todo el país y Concejos Municipales
de los Territorios Federales Amazonas y Delta Amacuro tuvo lugar en el
recinto de la Casa del Congreso de Angostura, en la tarde del 14 de febrero de
1966 y produjo la Declaración Bolívar
que reafirma los derechos de Venezuela sobre el Territorio del Esequibo y
demanda justicia ante la usurpación.
Obras
importantes realizadas destacan la Avenida Guayana con longitud de 7.546 metros
que enlaza la red urbana de San Félix con Puerto Ordaz, constituyendo la espina
dorsal de la pujante Ciudad Guayana, avenida de acceso al Hospital de San
Félix, Avenida Comunal, prolongación de la Avenida Upata, Avenida de
Circunvalación de Guasipati, carretera Tumeremo – Venamo – Turuban, Hospital
del Instituto de los Seguros Sociales en San Félix, Escuela Artesanal Granja en
Caicara del Orinoco, el Embalse San Pedro en Tumeremo, la Casa del Periodista,
única en su estilo dentro de la arquitectura urbana de la ciudad capital; la
carretera Ciudad Bolívar-Ciudad Piar; 200 viviendas en La Sabanita. 96
kilómetros de Ciudad Bolívar al Río Aro, avenida Nueva Granada, Puente San
Rafael, calles Las Tinas, Centurión, Brasil, Victoria, restauración de la Casa
San Isidro, restauración de la Casa del Correo del Orinoco, Retén Cuarentena,
Acueducto de Upata alimentado por la Planta de Tratamiento de San Félix, el
Hospital del Tórax, el Hospital Psiquiátrico, el Gimnasio Cubierto, la
Biblioteca Rómulo Gallegos y la Escuela Granja de El Callao.
Posiblemente
el período gubernamental cumbre de Leopoldo Sucre Figarella a favor de la
Región Guayana sea el cumplido durante
la gestión del Presidente Jaime
Lusinchi, quien lo nombró con jerarquía de Ministro de Estado, Presidente de la
Corporación Venezolana de Guayana y Coordinador de las Empresas Básicas de
Guayana.
Fue un tiempo no sólo
bueno para el petróleo por haberse comenzado la exportación de un nuevo combustible –Orimulsión- , elaborado con
hidrocarburos de la Faja Petrolífera del Orinoco y por haber la Agricultura
acusado cierto auge, gracias a una política de estímulos que reportó beneficios
tangibles en el campo, sino para la Guayana energética y minera.
En buena parte el
Gobierno de Lusinchi se salva porque tuvo en Leopoldo Sucre Figarella un gran
aliado en materia de avance económico e industrial, pues se le imprimió impulso
importante al desarrollo carbonífero y minero, en el cual jugó papel destacado
la Corporación Venezolana de Guayana. Impulsó e inauguró la última etapa de la
Gran Presa de Gurí; inició la ampliación de las empresas básicas del Estado, la
construcción de la Presa Macagua II; concluyó e inauguró la Autopista Ciudad Bolívar-Puerto Ordaz; el eje fluvial Orinoco-Apure e inició la
explotación de los yacimientos de Bauxita de Los Pijiguaos.
Inauguró la Plaza Bolívar
de San Félix, obra que conjuntamente con el desarrollo del anteproyecto del
Paseo Orinoco se integra al programa de remodelación del casco del sector Este
de esta antigua ciudad. Conclusión de la autopista de 80 kilómetros Ciudad
Bolívar-Ciudad Guayana y conclusión del edificio para albergar dependencias de la CVG en Ciudad Bolívar. Proyecto de
Prospección geológica minera en zonas fronteras empezando por El Bochinche,
zona promisoria de riquezas.
En 1990, la Gran Sabana
se puso más cerca del mundo con la inauguración de la carretera construida por
la CVG y en cuya inauguración estuvo presente erl Presidente de Brasil,
Fernando Collor de Melo.
De la educación superior
también se ocupó desde la presidencia de la CVG, hasta el punto de conferirle
la Universidad de Guayana el Título de Doctor Honoris Causa por su valiosa contribución al desarrollo de
la educación superior en Guayana.
En definitiva logró objetivos fundamentales como fueron: una
política sustitutiva de insumos con la finalidad de economizar divisas, llevar las empresas del estado a su máxima
productividad, la realización de un programa de ampliación de las empresas
básicas, completar el ciclo de integración de la industria del aluminio, lo
cual fue posible con el desarrollo de las minas de bauxita de Los Pijiguaos. La puesta en producción de los yacimientos de
bauxita produjo una economía de dividas de los 180 millones de dólares toda vez
que este material que procesaba Interalúmina era traído del exterior. Logrado
esto, Leopoldo Sucre Figarella se planteó cambiar la estrategia para no
producir solamente aluminio primario sino también aluminio transformado y con
tal propósito Alcasa construyó plantas de laminación en caliente y en frío.
No satisfecho con ello,
Sucre Figarella llevó la producción de la siderúrgica del Orinoco a su
capacidad de diseño. Ferrominera mejoró
su poder de competencia construyendo en la Barra del Orinoco una estación de
transferencia. Impulsó el desarrollo del
yacimiento de San Isidro iniciado por el Presidente anterior de Ferrominera,
ingeniero Aníbal La Riva, para mejorar las condiciones de esta empresa en el
mercado del hierro. Inició el proyecto
de ir sembrando en Uverito cada año 12 mil hectáreas de pino hasta alcanzar 200
mil hectáreas con miras a instalar un Aserradero Industrial y en el futuro una
planta de pulpa de papel. Bajo su
administración CVG-Edelca concluyó la última etapa de la Central Hidroeléctrica
de Guri, terminó su línea de transmisión e inició
los proyectos hidráulicos del Bajo Caroní. Asimismo, Sucre Figarella
inició los estudios para la construcción del Segundo Puente sobre el Orinoco
En 46 años de existencia,
la Corporación Venezolana de Guayana, ha tenido de presidentes al General
Rafael Alfonso Ravard (1960-1974), Ing. Argenis Gamboa (1974-1983), ingeniero
Andrés Sucre Eduardo (1979-1983), General Bernardo Leal Pucci (1983-1984), Ing.
Leopoldo Sucre Figarella (1984-1993), ingeniero Francisco Layrisse (1993-1994),
Ing. Alfredo Grúber Huncal (1994-1995), Ing.
Elías Nadin Inatty (1995-1998), Ing. Efraín Carrera Saud (1998-19999, doctor
Clemente Scotto (1999-2003), General Francisco Rangel Gómez (2003-2004), Ing. Víctor Álvarez (2004-2006) y General Daniel Machado (2006). Entre ellos y hasta ahora, Rafael Alfonzo
Ravard, presidente fundador, y Leopoldo Sucre Figarella, con rango de ministro
de Estado, los de más largo período como administradores de una ejemplar obra de desarrollo integral,
que aún, tiene mucho espacio que cubrir en la misión de darle a Venezuela desde
Guayana una salida económica diversificada, vale decir, no dependiente
únicamente de la industria petrolera, sino de otros renglones estratégicamente
importantes, subrayadas por los recursos energéticos, hídricos, minerales y
forestales.
Pero la jurisdicción o radio de acción de la CVG no está limitada
a Ciudad Guayana como en un comienzo se creía o criticaba, sino a los Estados
Bolívar, Amacuro, Amazonas y Sur de Anzoátegui y Monagas. Ciudad Guayana es tan
solo el centro de poder, asiento de las empresas básicas, el núcleo más
importante de ese desarrollo integral, que la CVG tiene como misión promover
dentro del marco o lineamientos de los planes de la nación y en concordancia
con lo establecido sobre coordinación, control y tutela de las empresas del
Estado.
En principio, cuando todo
estaba por hacer, aún en el primer decenio, y esto lo acusaba sobremanera
Ciudad Bolívar, se abrigaba el temor de estar frente a una Ciudad Guayana creciendo
a expensas de los municipios circunvecinos. Cundía el temor por el surgimiento
de un polo de atracción y no de irradiación de la riqueza que allí en la
confluencia del Caroní y el Orinoco se comenzaba a procesar. Realmente, ello se
evidenciaba más por el hecho de que Ciudad Bolívar perdía su rol de capital
económica tradicional de la región, y gran parte de su población activa y
gerencial se desplazaba hacia la entonces llamada Zona del Hierro. Era
indudablemente un fenómeno demográfico y socio-económico inevitable e incluso
Ciudad Bolívar (Heres) y Upata (Piar) debieron ceder territorios para la
creación de un nuevo distrito (Caroní).
Lo que había que hacer
era esperar que aquel polo de desarrollo consolidara para luego precisar el
nuevo rol de la capital y demás ciudades de la región; sin embargo, muchos
sectores no lo entendían y así el General Rafael Alfonzo Ravard muy pronto pasó
a ser no bien visto, hasta el punto de ganarse peyorativamente el titulo
de “Virrey” que solo atendía y daba
cuenta de sus actos al Presidente de la Republica, eludiendo toda participación
democrática de los sectores vitales de la región. Era lo que entonces se
criticaba, a través, de los medios de comunicación social y tal vez ello indujo
al sucesor Argenis Gamboa a tener, por lo menos con Ciudad Bolívar, una
apertura de información y diálogo. De todas maneras, el Gobernador Carlos
Eduardo Oxford Arias (1969-1970) denunció públicamente la situación de
distanciamiento, y casi de conflicto, entre la CVG y la Gobernación. Por supuesto, duró poco tiempo como
mandatario regional.
La gestión bajo la
presencia de Leopoldo Sucre Figarella modificó acentuadamente el esquema de
trabajo y de relaciones llegando a ser menos centralista. Tal vez porque Ciudad
Guayana, había sido consolidada como polo de desarrollo y entonces se hallaba
en capacidad de irradiar las bondades de
un desarrollo industrial importante. De suerte que durante la gestión de
Leopoldo Sucre Figarella resultaban escasos los puntos vitales de la región
donde la CVG no tuviese la mano metida en función del desarrollo.
Aparte de Ciudad Guayana,
asiento de las empresas básicas y de un constante desarrollo industrial y
urbanístico, distintos puntos geográficos de su influencia comenzaron a ser
parte de un sistema interconectado e interrelacionado en el logro de un
desarrollo armónico en el ámbito regional.
Ciudad Bolívar, Tucupita,
Puerto Ayacucho, Upata, Caicara, El Callao, el Sur de Monagas, empezaron a
sentir los efectos del desarrollo promovido por la CVG bajo la titularidad de
Leopoldo Sucre Figarella. A la vista está el impulso que le imprimió al desarrollo
forestal de Uverito, al sur del Estado Monagas; la empresa maderera del Oriente
de Venezuela y; CVG-Proforca, que aprovecha las plantaciones de pino Caribe; la
empresa Minerven en el Callao, que produce oro comercialmente rentable; además,
de la empresa Revemín II, que optimiza el funcionamiento operativo del plantel
industrial de Minerven; y Protemin, que explota las colas de Mocupia, módulos
pesqueros, piscicultura rural, desarrollo frutícola, cría de búfalo y
saneamiento de las tierras para incorporarlas a la producción agropecuaria en
el Delta; explotación comercial de los bosque de Gurí e Imataca: programa de
explotación de caucho en Amazonas: el parque Industrial los Farallones de
Ciudad Bolívar; vialidad urbana y autopista de Upata; carretera de Caicara y
puentes del Caura, Aro y Cuchivero; Carretera Upata- el Dorado y Carretera El
Dorado-Santa Elena; Hospital de El Callao, Palacios de Justicia de Ciudad
Bolívar y Puerto Ordaz, acueductos y cloacas de Ciudad Bolívar y canalización
del río Yocoima, acueducto de Upata, entre muchas obras de orden social,
educacional, sanitarios y cultural que seria largo enumerar y que forman parte
de la infraestructura global del desarrollo urbano e industrial de la región.
Guayana que hace un poco
más de cuatro decenios, tenia una población inferior a los 300 mil habitantes, la
acusa hoy muy superior al millón, gracias a los planes y programas de
desarrollo ejecutados y dejados en ejecución por esa cáfila de administradores
que han pasado por la CVG y sus empresas básicas, pero muy especialmente, por
mayor tiempo y por mayor acción y recursos, hay que distinguir la
administración de Rafael Alfonso Ravard y especialmente la de Leopoldo Sucre
Figarella, físicamente inexistente desde hace diez años Su aparición en la Venezuela democrática, el
maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa la figuró como la del hijo de Marcos
Vargas en la novela Canaima de Rómulo Gallegos.
Marcos Vargas plantea un regreso
eterno de la selva a la civilización a través del hijo como antorcha de la
esperanza transmitida de mano en mano.
Sucre Figarella es una
antorcha que está aguardando su relevo para que en Guayana se continúe sembrando con la riqueza
aprovechada y creada, un país menos dependiente
de la renta de los hidrocarburos que es indudablemente una opción, una
alternativa distinta para el desarrollo.
Invitado por Leopoldo Sucre
Figarella, con motivo de los 25 años de la CVG, el erudito caraqueño Arturo
Uslar Pietri lo dijo y reconoció que en Guayana se estaba haciendo eso, porque
el problema no consistía en realizar solamente obras, sino en que se deje de
ser parásito del petróleo, porque
mientras sea así, es imposible la consistencia económica real. El problema está en que esas inmensas obras
que se han hecho en Guayana comiencen a autofinanciarse, a autoabastecerse y a
ser productoras de riquezas y no consumidores de riquezas petroleras como ha
sido la mayor parte de las empresas del estado.
Guayana viene siendo comparativamente un gran islote porque en el resto
del país sigue todavía el parasitismo petrolero.
Es oportuno recordar y
reflexionar sobre esta cuestión, hoy cuando por cumplirse diez años de la
muerte del ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, un grupo de sus colegas y amigos encabezado por el doctor José
Ignacio Acevedo, ha tenido a bien rendirle este tributo de admiración y
reconocimiento, fundamentalmente al hombre, al profesional, al gerente, al
padre que junto con Cruzana Ortega levantó una familia ejemplar, al amigo
franco y rotundo, al temple de su personalidad inconfundible y sin eufemismos,
lo cual, por supuesto, es muy de justicia.
Muy justo que así haya sido. No
podemos confiar a la finitud de la muerte la obra del hombre, porque la obra
del hombre cuando es realmente positiva y auténtica, sólo es confiable a la
posteridad.
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