sábado, 1 de noviembre de 2014

LEOPOLDO SUCRE FIGARELLA

DISCURSO PRONUNCIADO POR AMÉRICO FERNÁNDEZ EN EL COLEGIO DE INGENIEROS DE CIUDAD GUAYANA EL 17 DE OCTUBRE DE 2006 EN EL ACTO CONVOCADO PARA HONRAR LA MEMORIA DEL EXTINTO HOMBRE PÚBLICO    DE    GUAYANA    INGENIERO   LEOPOLDO   SUCRE   FIGARELLA

Estamos aquí, señoras y señores, para honrar la memoria del hombre que tenía una manera muy propia de sentir y hacer para satisfacer exigencias de la sociedad en cuyo seno se desenvolvía. Sujeto a esa conducta legítima, Leopoldo Sucre Figarella, procuró desde los mismos tiempos de su adolescencia,  ser ungido para estar donde se encuentran los recursos e instrumentos de la Democracia como forma de vida y de Gobierno.
Cualquier lugar de la compleja maquinaria de la administración pública es bueno para actuar cuando se tiene auténtica vocación de servicio y Leopoldo Sucre Figarella la tuvo indudablemente, y se formó y preparó académicamente en función de esa inclinación natural siguiendo la viva huella de sus antepasados donde descuellan gobernantes como Carlos de Sucre y guerreros como el Mariscal de Ayacucho, lejanos si  se quiere, pero los genes, semillas de la herencia, no admiten lejanías.
Debió, sin embargo, formarse, prepararse y ser líder como realmente lo fue desde sus tiempos de estudiante de segundo nivel  cuando lo eligieron Secretario General de la Federación de Estudiantes de Venezuela que venía operando como una Seccional en el Estado Bolívar desde 1938 por iniciativa de Arreaza Almenar, Antonio José Puppio y el poeta Alarico Gómez.  Este valor gremialista de su juventud le abrió  las puertas de la  Universidad de Caracas, donde sus compañeros reconocieron sus méritos y lo designaron primer representante de la Facultad de Ingeniería  en un Congreso Universitario y posteriormente delegado estudiantil ante el Consejo de la misma Universidad Central de Venezuela, donde, en 1948, se graduó de ingeniero civil  cuando prácticamente se interrumpía aquél experimento social y democrático de la Revolución de Octubre del 45 liderado por un hombre de la Generación del 28, Rómulo Betancourt y más luego desde la Primera Magistratura de la nación por el Maestro Rómulo Gallegos.  Apenas duró tres años este experimento, pues por enésima vez el zarpazo militar interrumpió el período constitucional.  .
Desde los aurorales tiempos de la Independencia, los Sucre han estado verticalmente identificados con los movimientos republicanos, democráticos y progresistas y aunque la prosapia del apellido ha sido respetado por los gobiernos cualquiera haya sido su signo, en 1952, Leopoldo Sucre Figarella  cayó en las garras de la Seguridad Nacional, organismo de represión política del régimen peezjimenista que lo internó  en la Cárcel Modelo de Pro- Patria, atestada de presos políticos.  Allí Leopoldo encontró a sus hermanos Kiko y Guillermo además de su paisano Antonio Lauro.  También a Manuel Adrianza, Antonio Estevez y los comunistas Guillermo García  Ponce y César Octavio Rojas, uno de los pocos llevados a los campos de concentración de Guasina y Sacupana y quien exclamó asombrado en cierta ocasión: Cómo iba imaginarse en medio de aquella oscuridad de terror carcelario, que aquél joven huraño y hermético llamado Leopoldo que conoció en la cárcel, que pasaba todo el día leyendo, llegaría a ser el hombre fuerte de Guayana. Lo que si entrevía entonces –me dijo- era el porvenir de Antonio Esteves y de Antonio Lauro como músicos y compositores, pues ambos formaron un orfeón  con presos políticos. El grupo polifónico comenzó por parodiar a “María Moñito”. Después le entraron de lleno a los sonidos protestatarios.
“Si Pedro Estrada muriera / todo el mundo se alegrara / por lo menos los espías / los cabellos se arrancaran ///  Con la alpargata / dale al cabrón / vuélvelo polvo / sin compasión/.
         El 24 de julio, fecha natalicia del  Libertador, la Junta de Gobierno, entonces presidida por el doctor Germán Suárez Flamerich después del asesinato emboscado de Carlos Delgado Chabaud, ofreció la Libertad a aquellos presos que se comprometieran bajo caución y ante la Sección respectiva de la Seguridad Nacional a no mezclarse en asuntos políticos, no ausentarse de la Ciudad  sin autorización previa y presentarse a control político una vez a la semana.  Fue así, por esa caución, que el 24 de julio de 1952 salió de la Cárcel Modelo de Pro- Patria un centenar de presos, entre ellos, Leopoldo que aunque consciente de estar policialmente vigilado, encontró siempre una fisura para trabajar en la clandestinidad a favor de su partido y de los movimientos empeñados por cualquier medio en restaurar el sistema democrático de gobierno, lo cual sucedió a partir del 23 de enero de 1958, cuando Leopoldo se integró de lleno y con mayor pasión a la lucha política que lo colocó en posiciones que le permitieron como profesional ejecutivo la realización de buena parte de la infraestructura en la cual se ha venido apoyando la actividad socio económica de la Venezuela de nuestros días.
         Había estado seis años prestando servicios como ingeniero en la Oficina de Rafael Vegas León que lo puso al frente de  la dirección y ejecución de los proyectos de control de inundaciones y riesgo de Barlovento en el Estado Miranda; autopista de El Valle, autopista Este-Oeste de Caracas, Avenida Libertador, entre otros.
         Había estado también desde 1956, dirigiendo su propia empresa  con una planta de 25 empleados entre técnicos y profesionales de la ingeniería y la arquitectura que le  permitió construir cincuenta edificios particulares, la urbanización Curimare, la Urbanización Terrazas del Club Hípico; autopista Norte-Sur en Caracas y la Avenida Intercomunal de El Valle así como otras obras urbanísticas de interés que sería largo enumerar.
Venía de ejercer la Secretaría de Finanzas del Comité Ejecutivo Nacional de su partido y la jefatura de la Fracción de Ingenieros cuando Rómulo Betancourt, primer presidente de la época democrática actual, lo nombró Gobernador del Estado Bolívar, el 24 de septiembre de 1960. Tomó posesión de la Gobernación a la edad de 34 años.  Era el segundo bolivarense nacido en Tumeremo después de Horacio Cabrera Sifontes  que llegaba a la primera magistratura regional.  En aquel antiguo y último pueblo misionero,  nació el primero de agosto de 1926, este descendiente de los primeros Sucre  que llegaron a Venezuela y se instalaron en la primogénita Cumaná, centro y capital de la Provincia de la Nueva Andalucía.
El fundador de la Familia Sucre en Venezuela fue don Carlos de Sucre y Pardo, hijo del Marqués de Preux, nacido en Flandes.  Llegó a la América como Gobernador de Santiago de Cuba y de aquí fue trasladado a Cartagena de Indias en 1723 y finalmente designado en  1729 Gobernador de Nueva Andalucía.  En 1731, el Rey Felipe V resolvió subordinar la Provincia de Guayana al Gobierno de Nueva Andalucía y tres años despues (1734); don Carlos de Sucre, se trasladó a Santo Tomás de la Guayana a tomar posesión de la provincia y aquí permaneció durante casi un año, tiempo durante el cual fortificó el antiguo Convento de San Francisco levantado por don Antonio de Berrío. Lo transformó en un Castillo y  residió en él.-  Carlos de Sucre gobernó Cumaná hasta  1740 que viajó a Madrid donde falleció en 1746.
En Nueva Andalucía dejó a su hijo Antonio de Sucre y Estrelles, quien echó raíces en Cumaná y tuvo varios hijos, entre ellos, Vicente de Sucre y Urbaneja, más tarde Comandante de los Nobles de Húsares, casado con doña Maria Manuela de Alcalá y tuvieron nueve hijos, casi todos mártires de la Guerra de Independencia, incluyendo al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.
Maria Manuela de Alcalá falleció en 1802 cuando su séptimo hijo Antonio José tenía apenas siete años. Entonces Vicente de Sucre decidió casarse por segunda vez y lo hizo con Narcisa Márquez de Alcalá, prima de su esposa muerta y con la que tuvo dos hijos, uno de ellos, Juan Manuel Sucre, quien se radicó en Angostura.
En efecto, Juan Manuel Sucre, hermano del Mariscal de Ayacucho, abandonó Cumaná en 1840 y se instaló en Angostura con toda su familia, vale decir, con su esposa Águeda Moor, con quien se casó en Cariaco el 4 de julio de 1837 y su hijo Leopoldo Sucre Moor, de tres años, nacido en Cumaná y quien después se destacó como excelente pianista. Leopoldo se casó en Angostura con Juana Ripol y fundó junto con Pepe Mármol en 1860 las dos primeras Bandas  del Estado: la Banda Municipal  Juan Bautista Dalla Costa y la Banda de Artillería Manuel Piar. Otro de los ochos hijos de Juan Manuel Sucre nacidos y ramificados en Angostura fue Juan Manuel Sucre Moor, casado con Delfina Zamarra Afanador;  padres ellos de Juan Manuel Sucre Zamarra, quien se casó con Matilde Ruiz, hija del Dr. José Ángel Ruiz, cuyo nombre comparte con el médico José Rafael Páez el Hospital Universitario de  Ciudad Bolívar.
Juan Manuel Sucre Moor, tatarabuelo de Leopoldo Sucre Figarella,  falleció en Ciudad Bolívar el 30 de enero de 1889, a la edad de 85 años.  Participó activamente en la política del Estado, ocupó importantes cargos públicos y fue en 1874 Senador por Guayana.  Partidario de Guzmán Blanco y de la Revolución de Abril, fundó en Ciudad Bolívar el primero de septiembre de 1869 el periódico “El Orden”, importante vocero que los liberales partidarios de Juan Bautista Dalla Costa, editaron para contrarrestar las opiniones adversas de El Boletín Comercial, defensor de los intereses políticos de Los Azules, liderados a nivel nacional por el entonces octogenario héroe de la Independencia, General José Tadeo Monagas.
Juan Manuel Sucre Zamarra, hijo de Juan Manuel Sucre Moor, tuvo en matrimonio con Matilde Ruiz, tres varones y tres hembras.  Entre los varones debo mencionar a José Manuel Sucre Ruiz, conocido cariñosamente por los bolivarenses como “Chipo Sucre” de quien tuve la satisfacción de ser su mano derecha cuando era Gerente de la Casa Mercantil F. E. Salazar.
Don José Manuel Sucre Ruiz, casado con Lucila Trías, fue Gobernador del Territorio Federal Delta Amacuro y Administrador del Palacio de Miraflores en el período del presidente Raúl Leoni. Padre de la doctora Elda, Lucila y del doctor Juan Manuel Sucre Trías, quien fue congresista y Embajador de Venezuela en Londres.
Debo mencionar también, obviamente, como hijo de Juan Manuel Sucre Zamarra a Juan Manuel Sucre Ruiz, el padre de Leopoldo Sucre Figarella.  Juan Manuel Sucre Ruiz, mejor conocido por sus paisanos bolivarenses como “Juancito”,  se casó con Inés Figarella y de ellos nacieron  el General Juan Manuel Sucre Figarella, el médico Antonio Sucre Figarella, el diplomático Francisco (Kico) Sucre Figarella, el escritor, premio nacional de literatura,  Guillermo Sucre Figarella, Inés Matilde Sucre Figarella de León y el ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, quien nació en Tumeremo cuando su padre Juan Manuel Sucre Ruiz era en ese municipio Gerente de la firma “Rosales y Compañía”   En ese entonces, Chipo Sucre, agente viajero de la Casa Blohm, me contó que cuando iba a Tumeremo llegaba a la casa de su hermano Juancito y una mañana muy temprana a la hora del desayuno, vio que su hermano estaba hecho un demonio y le reprochó el que tuviese que enojarse minutos antes de tomar el  desayuno.  A lo que le respondió: “Yo no estoy caliente nada.  Es que si no lo hago así, me joden esos carajos”.
De suerte que con tan tremenda carga hereditaria llegó Leopoldo Sucre Figarella a la gobernación del Estado Bolívar en septiembre de 1960, para desde aquí emprender carrera como ejecutivo de personalidad recia y mano firme, capaz de romper las murallas de la adversidad política y a quien todo el mundo respetaba incluso los errores que como todo ser humano tuvo, pero eclipsados por la contundencia civilizadora de sus obras.
Tenía tres meses al frente de la Gobernación del Estado Bolívar cuando el Presidente de la República, Rómulo Betancourt, creó por Decreto, el 29 de diciembre de 1960, la Corporación Venezolana de Guayana, sin prever quizá que sería más adelante uno de sus Presidentes, el de mayor tiempo y empuje.  Una afinada intuición permitía a Betancourt acertar en la escogencia de sus colaboradores. Designó al frente de la CVG al General Rafael Alfonso Ravard y a Leopoldo Sucre Figarella en la Gobernación del Estado, una combinación perfecta para poner en marcha el desarrollo de Guayana.
  Sucre Figarella  llegaba para administrar con mano cierta a un Estado que no obstante su inmensa geografía, apenas contaba los 200 mil habitantes.  No existía el hoy municipio Caroní.  Puerto Ordaz apenas fundado hacía  ocho años, dependía de Ciudad Bolívar y San Félix estaba bajo la jurisdicción de Upata.
         El Distrito Caroní fue creado bajo su administración mediante reforma de la Ley de División Político-territorial, el 29 de junio de 1961 y quedó conformado con el Municipio San Félix del Distrito Piar y los Centros poblados Puerto Ordaz, Matanzas, Castillito, Caruachi, La Ceiba, Alta Vista, Yocoima, Macagua y Chirica que pertenecían al Municipio Ciudad Bolívar.
         El domingo 2 de julio, el Presidente de la República Rómulo Betancourt, colocó en acto solemne una piedra simbólica de lo que sería al final Ciudad Guayana. Pero en el sitio fue colocada un acta donde se hacía constar que esa ciudad moderna se llamaría Santo Tomé de Guayana. Sin embargo, al reformarse la Ley se puso a San Félix de Guayana como Capital del Distrito Caroní y posteriormente Ciudad Guayana. Y tenía que ser así para evitar una confusión histórica toda vez que Santo Tomás o Santo Tomé de Guayana es por antonomasia la que siempre ha sido Capital del Estado, vale decir, la ayer Angostura, hoy Ciudad Bolívar.
         De manera que bajo la égida de esa combinación perfecta se inició lo que sería Ciudad Guayana y  comenzó a operar, 1961, la Planta Siderúrgica del Orinoco con la producción de arrabio, tubos sin costura y acero líquido, al mismo tiempo que se inauguraban las operaciones de la Primera Presa de Macagua.
         Durante la gestión de un año y seis meses del gobernador Leopoldo Sucre Figarella, coadyuvó para que el Núcleo Bolívar de la UDO iniciara sus actividades el 8 de enero de 1962 y se iniciara la construcción  del Puente sobre el Orinoco con los estudios preliminares de hidrología y geología del lugar donde sería emplazada la obra y los cuales estuvieron a cargo de la Escuela respectiva de la UDO; se inauguró el Liceo Tomás de Heres, la Escuela Normal Columbo Silva Bolívar, el Acueducto de la Sabanita y Cuartel de Bomberos. Asimismo se hizo un estudio en función del desarrollo urbanístico de Ciudad Bolívar y se diseñó un plan para sanear y recuperar la Laguna del Porvenir convertida finalmente en Jardín Botánico.
         El 17 de abril de 1962, el Presidente Betancourt designó al ingeniero Rafael Sanoja Valladares, Gobernador del Estado y a Leopoldo Sucre Figarella, lo transfirió al Ministerio de Obras Públicas, otorgándole así  una responsabilidad mayor en la administración nacional, pero encuadrada dentro de su disciplina de ingeniero, cuyas ejecutorias comenzaron a dar frutos a la luz de una nueva Constitución, la promulgación del Primer Plan de la Nación, el rescate de la industria petrolera y la Ley de Reforma Agraria.
Pero no vamos a referirnos a las obras públicas ejecutadas a lo largo y ancho de la geografía nacional por ser demasiado extenso.  Sólo lo más importante sucedido en Guayana desde las posiciones político-administrativas desempeñadas, vale decir, como Ministro de Obras Públicas, Ministro de Comunicaciones, Senador y Ministro de Estado para la Presidencia de la Corporación Venezolana de Guayana.
         Con motivo del bicentenario de la fundación de Upata a cuyos actos vino el Presidente Betancourt acompañado de Raúl Leoni para entonces Presidente del Congreso, J M Siso Martínez y Sucre Figarella, se inauguraron obras directamente construidas por el Ministerio de Obras Públicas que desempeñaba o en coordinación con el gobierno Regional que había dejado.  Entre las más importantes, destacan: la carretera Caruachi-Upata-El Manteco; las avenidas Yocoima y Bicentenario y un conjunto de 300 viviendas. En Ciudad Bolívar: el grupo escolar la Lorena, Instituto de Comercio Dalla Costa, Avenida Libertador y la Mariquita. En esa ocasión acompañó a Betancourt para presenciar la primera colada de acero en uno de los hornos  de Acería de la Planta Siderúrgica del Orinoco.
El 23 de julio de 1963, se constituyó formalmente la empresa CVG-Electrificación del Caroní (EDELCA) que inició sus operaciones con un capital de 514 millones de bolívares. Ya finalizando su mandato el Presidente de la República, Raúl Leoni, suscribió el contrato para la construcción de la Central Hidroeléctrica de Gurí, en el Cañón de Necuima, 90 kilómetros aguas arriba de la presa Macagua I.
En el período constitucional 1963-1968, Leopoldo Sucre Figarella se reafirmó como Ministro de Obra Públicas.  Fue un periodo de grandes obras para Guayana gracias a la natural condición de guayaneses del Presidente de la República, Raúl Leoni y de su Ministro de Obras Públicas Leopoldo Sucre Figarella. También el doctor J. M. Siso Martínez era Ministro de Educación, por lo que la educación y la cultura en Guayana tuvo uno de sus momentos de mayor auge...
Tres acontecimientos relevantes tuvieron lugar en 1967: la inauguración del Puente Angostura sobre el Orinoco, la reconstrucción del Paseo Orinoco y la Feria Internacional de Ciudad Bolívar como marco de estas obras monumentales.
         El Puente Angostura sobre el Río Orinoco fue inaugurado el 6 de enero, día de Reyes, por el Presidente Raúl Leoni, quien junto con su esposa e hijos fue el primero en cruzarlos a bordo de un vehículo descapotado detrás del cual desfiló una caravana impresionante de autos y gentes alborozadas. Se trataba, para entonces, del puente colgante más largo de América del Sur y el Noveno del mundo. Fue construido con una inversión cercana a los 178 millones de bolívares. Durante los primeros tres días transitaron por él, 36 mil vehículos y eliminó automáticamente el tradicional servicio de chalanas.
         La gran Feria Internacional del Orinoco duró una semana e impresionó por su espectacularidad y multitudinaria asistencia. En ella expusieron 67 artesanos y pequeños industriales, incluyendo el sector indígena.
         La transformación del antiguo Paseo La Alameda en el moderno Paseo Orinoco fue inaugurada igualmente por el Presidente Leoni. Esta obra nacional ejecutada por el MOP y con la cual se mejoró el urbanismo de la capital guayanesa.
         En una acción de reafirmación de nuestra soberanía sobre el territorio Esequibo, se ocupó no sólo militarmente la Isla de Anacoco, sino también mediante un conjunto de obras de infraestructura y más luego, una Asamblea General de Legisladores de todo el país y Concejos Municipales  de los Territorios Federales Amazonas y Delta Amacuro tuvo lugar en el recinto de la Casa del Congreso de Angostura, en la tarde del 14 de febrero de 1966 y produjo la Declaración Bolívar que reafirma los derechos de Venezuela sobre el Territorio del Esequibo y demanda justicia ante la usurpación.
         Obras importantes realizadas destacan la Avenida Guayana con longitud de 7.546 metros que enlaza la red urbana de San Félix con Puerto Ordaz, constituyendo la espina dorsal de la pujante Ciudad Guayana, avenida de acceso al Hospital de San Félix, Avenida Comunal, prolongación de la Avenida Upata, Avenida de Circunvalación de Guasipati, carretera Tumeremo – Venamo – Turuban, Hospital del Instituto de los Seguros Sociales en San Félix, Escuela Artesanal Granja en Caicara del Orinoco, el Embalse San Pedro en Tumeremo, la Casa del Periodista, única en su estilo dentro de la arquitectura urbana de la ciudad capital; la carretera Ciudad Bolívar-Ciudad Piar; 200 viviendas en La Sabanita. 96 kilómetros de Ciudad Bolívar al Río Aro, avenida Nueva Granada, Puente San Rafael, calles Las Tinas, Centurión, Brasil, Victoria, restauración de la Casa San Isidro, restauración de la Casa del Correo del Orinoco, Retén Cuarentena, Acueducto de Upata alimentado por la Planta de Tratamiento de San Félix, el Hospital del Tórax, el Hospital Psiquiátrico, el Gimnasio Cubierto, la Biblioteca Rómulo Gallegos y la Escuela Granja de El Callao.
         Posiblemente el período gubernamental cumbre de Leopoldo Sucre Figarella a favor de la Región Guayana  sea el cumplido durante la gestión del Presidente  Jaime Lusinchi, quien lo nombró con jerarquía de Ministro de Estado, Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana y Coordinador de las Empresas Básicas de Guayana.
Fue un tiempo no sólo bueno para el petróleo por haberse comenzado la exportación de  un nuevo combustible –Orimulsión- ,  elaborado con hidrocarburos de la Faja Petrolífera del Orinoco y por haber la Agricultura acusado cierto auge, gracias a una política de estímulos que reportó beneficios tangibles en el campo, sino para la Guayana energética y minera.
En buena parte el Gobierno de Lusinchi se salva porque tuvo en Leopoldo Sucre Figarella un gran aliado en materia de avance económico e industrial, pues se le imprimió impulso importante al desarrollo carbonífero y minero, en el cual jugó papel destacado la Corporación Venezolana de Guayana. Impulsó e inauguró la última etapa de la Gran Presa de Gurí; inició la ampliación de las empresas básicas del Estado, la construcción de la Presa Macagua II; concluyó e inauguró la Autopista  Ciudad Bolívar-Puerto Ordaz;  el eje fluvial Orinoco-Apure e inició la explotación de los yacimientos de Bauxita de Los Pijiguaos.
Inauguró la Plaza Bolívar de San Félix, obra que conjuntamente con el desarrollo del anteproyecto del Paseo Orinoco se integra al programa de remodelación del casco del sector Este de esta antigua ciudad. Conclusión de la autopista de 80 kilómetros Ciudad Bolívar-Ciudad Guayana y conclusión del edificio  para albergar dependencias  de la CVG en Ciudad Bolívar. Proyecto de Prospección geológica minera en zonas fronteras empezando por El Bochinche, zona promisoria de riquezas.
En 1990, la Gran Sabana se puso más cerca del mundo con la inauguración de la carretera construida por la CVG y en cuya inauguración estuvo presente erl Presidente de Brasil, Fernando Collor de Melo.
De la educación superior también se ocupó desde la presidencia de la CVG, hasta el punto de conferirle la Universidad de Guayana el Título de Doctor Honoris Causa  por su valiosa contribución al desarrollo de la educación  superior en Guayana.
En definitiva logró  objetivos fundamentales como fueron: una política sustitutiva de insumos con la finalidad de economizar divisas,  llevar las empresas del estado a su máxima productividad, la realización de un programa de ampliación de las empresas básicas, completar el ciclo de integración de la industria del aluminio, lo cual fue posible con el desarrollo de las minas de bauxita de Los Pijiguaos.  La puesta en producción de los yacimientos de bauxita produjo una economía de dividas de los 180 millones de dólares toda vez que este material que procesaba Interalúmina era traído del exterior. Logrado esto, Leopoldo Sucre Figarella se planteó cambiar la estrategia para no producir solamente aluminio primario sino también aluminio transformado y con tal propósito Alcasa construyó plantas de laminación en caliente y en frío.
No satisfecho con ello, Sucre Figarella llevó la producción de la siderúrgica del Orinoco a su capacidad de diseño.  Ferrominera mejoró su poder de competencia construyendo en la Barra del Orinoco una estación de transferencia.  Impulsó el desarrollo del yacimiento de San Isidro iniciado por el Presidente anterior de Ferrominera, ingeniero Aníbal La Riva, para mejorar las condiciones de esta empresa en el mercado del hierro.  Inició el proyecto de ir sembrando en Uverito cada año 12 mil hectáreas de pino hasta alcanzar 200 mil hectáreas con miras a instalar un Aserradero Industrial y en el futuro una planta de pulpa de papel.   Bajo su administración CVG-Edelca concluyó la última etapa de la Central Hidroeléctrica de Guri,  terminó su línea de transmisión  e inició  los proyectos hidráulicos del Bajo Caroní. Asimismo, Sucre Figarella inició los estudios para la construcción del Segundo Puente sobre el Orinoco
En 46 años de existencia, la Corporación Venezolana de Guayana, ha tenido de presidentes al General Rafael Alfonso Ravard (1960-1974), Ing. Argenis Gamboa (1974-1983), ingeniero Andrés Sucre Eduardo (1979-1983), General Bernardo Leal Pucci (1983-1984), Ing. Leopoldo Sucre Figarella (1984-1993), ingeniero Francisco Layrisse (1993-1994), Ing. Alfredo Grúber  Huncal (1994-1995), Ing. Elías Nadin Inatty (1995-1998), Ing. Efraín Carrera Saud (1998-19999, doctor Clemente Scotto (1999-2003), General Francisco Rangel Gómez (2003-2004),  Ing. Víctor Álvarez (2004-2006)  y General Daniel Machado (2006).  Entre ellos y hasta ahora, Rafael Alfonzo Ravard, presidente fundador, y Leopoldo Sucre Figarella, con rango de ministro de Estado, los de más largo período como administradores  de una ejemplar obra de desarrollo integral, que aún, tiene mucho espacio que cubrir en la misión de darle a Venezuela desde Guayana una salida económica diversificada, vale decir, no dependiente únicamente de la industria petrolera, sino de otros renglones estratégicamente importantes, subrayadas por los recursos energéticos, hídricos, minerales y forestales.
Pero la jurisdicción  o radio de acción de la CVG no está limitada a Ciudad Guayana como en un comienzo se creía o criticaba, sino a los Estados Bolívar, Amacuro, Amazonas y Sur de Anzoátegui y Monagas. Ciudad Guayana es tan solo el centro de poder, asiento de las empresas básicas, el núcleo más importante de ese desarrollo integral, que la CVG tiene como misión promover dentro del marco o lineamientos de los planes de la nación y en concordancia con lo establecido sobre coordinación, control y tutela de las empresas del Estado.
En principio, cuando todo estaba por hacer, aún en el primer decenio, y esto lo acusaba sobremanera Ciudad Bolívar, se abrigaba el temor de estar frente a una Ciudad Guayana creciendo a expensas de los municipios circunvecinos. Cundía el temor por el surgimiento de un polo de atracción y no de irradiación de la riqueza que allí en la confluencia del Caroní y el Orinoco se comenzaba a procesar. Realmente, ello se evidenciaba más por el hecho de que Ciudad Bolívar perdía su rol de capital económica tradicional de la región, y gran parte de su población activa y gerencial se desplazaba hacia la entonces llamada Zona del Hierro. Era indudablemente un fenómeno demográfico y socio-económico inevitable e incluso Ciudad Bolívar (Heres) y Upata (Piar) debieron ceder territorios para la creación de un nuevo distrito (Caroní).
Lo que había que hacer era esperar que aquel polo de desarrollo consolidara para luego precisar el nuevo rol de la capital y demás ciudades de la región; sin embargo, muchos sectores no lo entendían y así el General Rafael Alfonzo Ravard muy pronto pasó a ser no bien visto, hasta el punto de ganarse peyorativamente el titulo de  “Virrey” que solo atendía y daba cuenta de sus actos al Presidente de la Republica, eludiendo toda participación democrática de los sectores vitales de la región. Era lo que entonces se criticaba, a través, de los medios de comunicación social y tal vez ello indujo al sucesor Argenis Gamboa a tener, por lo menos con Ciudad Bolívar, una apertura de información y diálogo. De todas maneras, el Gobernador Carlos Eduardo Oxford Arias (1969-1970) denunció públicamente la situación de distanciamiento, y casi de conflicto, entre la CVG y la Gobernación.  Por supuesto, duró poco tiempo como mandatario regional.
La gestión bajo la presencia de Leopoldo Sucre Figarella modificó acentuadamente el esquema de trabajo y de relaciones llegando a ser menos centralista. Tal vez porque Ciudad Guayana, había sido consolidada como polo de desarrollo y entonces se hallaba en capacidad de irradiar las  bondades de un desarrollo industrial importante. De suerte que durante la gestión de Leopoldo Sucre Figarella resultaban escasos los puntos vitales de la región donde la CVG no tuviese la mano metida en función del desarrollo.
Aparte de Ciudad Guayana, asiento de las empresas básicas y de un constante desarrollo industrial y urbanístico, distintos puntos geográficos de su influencia comenzaron a ser parte de un sistema interconectado e interrelacionado en el logro de un desarrollo armónico en el ámbito regional.
Ciudad Bolívar, Tucupita, Puerto Ayacucho, Upata, Caicara, El Callao, el Sur de Monagas, empezaron a sentir los efectos del desarrollo promovido por la CVG bajo la titularidad de Leopoldo Sucre Figarella. A la vista está el impulso que le imprimió al desarrollo forestal de Uverito, al sur del Estado Monagas; la empresa maderera del Oriente de Venezuela y; CVG-Proforca, que aprovecha las plantaciones de pino Caribe; la empresa Minerven en el Callao, que produce oro comercialmente rentable; además, de la empresa Revemín II, que optimiza el funcionamiento operativo del plantel industrial de Minerven; y Protemin, que explota las colas de Mocupia, módulos pesqueros, piscicultura rural, desarrollo frutícola, cría de búfalo y saneamiento de las tierras para incorporarlas a la producción agropecuaria en el Delta; explotación comercial de los bosque de Gurí e Imataca: programa de explotación de caucho en Amazonas: el parque Industrial los Farallones de Ciudad Bolívar; vialidad urbana y autopista de Upata; carretera de Caicara y puentes del Caura, Aro y Cuchivero; Carretera Upata- el Dorado y Carretera El Dorado-Santa Elena; Hospital de El Callao, Palacios de Justicia de Ciudad Bolívar y Puerto Ordaz, acueductos y cloacas de Ciudad Bolívar y canalización del río Yocoima, acueducto de Upata, entre muchas obras de orden social, educacional, sanitarios y cultural que seria largo enumerar y que forman parte de la infraestructura global del desarrollo urbano  e industrial de la región.
Guayana que hace un poco más de cuatro decenios, tenia una población inferior a los 300 mil habitantes, la acusa hoy muy superior al millón, gracias a los planes y programas de desarrollo ejecutados y dejados en ejecución por esa cáfila de administradores que han pasado por la CVG y sus empresas básicas, pero muy especialmente, por mayor tiempo y por mayor acción y recursos, hay que distinguir la administración de Rafael Alfonso Ravard y especialmente la de Leopoldo Sucre Figarella, físicamente inexistente desde hace diez años  Su aparición en la Venezuela democrática, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa la figuró como la del hijo de Marcos Vargas en la novela Canaima de Rómulo Gallegos.  Marcos Vargas  plantea un regreso eterno de la selva a la civilización a través del hijo como antorcha de la esperanza transmitida de mano en mano.
Sucre Figarella es una antorcha que está aguardando su relevo para que en Guayana  se continúe sembrando con la riqueza aprovechada y creada, un país menos dependiente  de la renta de los hidrocarburos que es indudablemente una opción, una alternativa distinta para el desarrollo. 
Invitado por Leopoldo Sucre Figarella, con motivo de los 25 años de la CVG, el erudito caraqueño Arturo Uslar Pietri lo dijo y reconoció que en Guayana se estaba haciendo eso, porque el problema no consistía en realizar solamente obras, sino en que se deje de ser parásito del petróleo,  porque mientras sea así, es imposible la consistencia económica real.  El problema está en que esas inmensas obras que se han hecho en Guayana comiencen a autofinanciarse, a autoabastecerse y a ser productoras de riquezas y no consumidores de riquezas petroleras como ha sido la mayor parte de las empresas del estado.  Guayana viene siendo comparativamente un gran islote porque en el resto del país sigue todavía el parasitismo petrolero.
Es oportuno recordar y reflexionar sobre esta cuestión, hoy cuando por cumplirse diez años de la muerte del ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, un grupo de sus  colegas y amigos encabezado por el doctor José Ignacio Acevedo, ha tenido a bien rendirle este tributo de admiración y reconocimiento, fundamentalmente al hombre, al profesional, al gerente, al padre que junto con Cruzana Ortega levantó una familia ejemplar, al amigo franco y rotundo, al temple de su personalidad inconfundible y sin eufemismos, lo cual, por supuesto, es muy de justicia.  Muy justo que así haya sido.  No podemos confiar a la finitud de la muerte la obra del hombre, porque la obra del hombre cuando es realmente positiva y auténtica, sólo es confiable a la posteridad.





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viernes, 31 de octubre de 2014

LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN GUAYANA


CONFERENCIA DE AMERICO FERNANDEZ EN LA CASA DE LAS DOCE VENTANAS - APERTURA INAUGURAL DE LAS VIII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN DE LA UNEG DENTRO DEL MARCO DE LOS 250 AÑOS DE CIUDAD BOLIVAR - 27 DE OCTUBRE DE 2014.

En mi condición de Cronista de la Ciudad, me ha invitado el profesor Alexander Mansutti, coordinador general de investigación de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental de Guayana,  a conferenciar con ustedes sobre los estudios superiores en Guayana dentro del marco de los 250 años de esta su capital Ciudad Bolívar, la otrora Angostura del Orinoco, que hoy acoge a ustedes  con la complacencia que es capaz de suscitar quienes se dedican a cultivar el campo del conocimiento científico.
         Ha 32 años, el Presidente de la República, doctor Luis Herrera Campíns, previa aprobación del Consejo Nacional de Universidades, puso el ejecútese, al decreto por el cual se creaba la Universidad Nacional Experimental de Guayana.
         Quedaba así materializada de manera oficial una legítima aspiración de los bolivarenses, reivindicatoria de un derecho adquirido tras ardoroso proceso de trabajo educacional durante la segunda mitad del siglo diecinueve, pero interrumpido en mala hora por la autocracia del General Cipriano Castro que en aquel momento sólo le preocupaba reducir el gastos institucional para favorecer la guerra interna que ensangrentaba al país en aras del Poder.
         Los estudios superiores de Guayana tienen una historia larga y tormentosa cuyo origen se encuentra en el Colegio Nacional decretado por el Presidente encargado de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander, mientras el Libertador se hallaba consolidando la campaña emancipadora del Sur  Este decreto de trece artículos dictado en Bogotá el 27 de octubre de 1824, malogrado por las vicisitudes de los conflictos políticos y la escasez tanto de recursos profesionales como materiales, verá pasar sin efecto la disolución de la República, por lo que será objeto de una revisión y adaptación a los  tiempos de la  nueva Venezuela, la que se rehízo a partir de 1830.
         El Gobierno del Presidente José Antonio Páez,  diez años después, el 8 de abril de 1834, así lo dispuso por medio de otro decreto más extenso, de 30 en vez de 13 artículos del anterior.  De manera que desde esta fecha, con la creación del Colegio Nacional de Guayana, en la ciudad de Angostura, se oficializa y se practica de manera continua la educación  de segundo nivel en esta provincia del Orinoco.
         Pero el Colegio no comenzará a funcionar de inmediato sino el 24 de junio de 1840,  en edificio propio, en el inmueble donde en 1819 se instaló y deliberó el segundo Congreso Constituyente de Venezuela conocido como “Congreso de Angostura”, el cual nunca perdió su condición de centro educacional pues, con esa finalidad de impartir primeras letras y latinidad fue mandado a construir por  el cofundador de la ciudad, Manuel Centurión Guerrero de Torres, entre 1766 y 1776.
         La tardanza en su instalación debido a las mismas dificultades anteriores, solo fue posible superarla en el curso de seis años, gracias a las diligencias de una Junta de ciudadanos que logró dilucidar el aspecto legal de propiedad y refaccionar el edificio, hallado entonces en muy malas condiciones, y asegurar además los ingresos de sostenimiento mediante las rentas que producían los arrendamientos de terrenos pertenecientes a las antiguas Misiones del Caroní, adjudicados  desde 1824 en función de la educación pública.
         Los directores que el Colegio requería no fue posible lograrlos en Caracas ni en otro lugar del país.  Los académicos  parecían  temerles  a  una  ciudad  tan  cerca  de  la  selva  y  consecuencialmente  amenazada  por  zoonosis  como  el  paludismo  y  la  fiebre  amarilla, por  lo  que  hubo  que  echar  mano  de  los escuálidos recursos profesionales habidos en  la  capital de la provincia.
         De todas maneras,  el  Colegio  arrancó  sin  Rector.  Sólo  con  el  catedrático  de  castellano,  Andrés  Eusebio  Level,  hijo  del  primer  Rector  del  Colegio  de  Cumaná,  haciendo  las  veces  de  Vicerrector más el  catedrático  de  latinidad,  sacerdote  Rafael  Cortés,  y  30  estudiantes.  El  Colegio  no  tuvo  Rector  sino  a  partir  de  1842  cuando  el  Gobierno  logró  contratar  al  catedrático  Elías  de  Valenzuela,  quien  inició  el  curso  de  filosofía  previsto  para  completar  la  secundaria.
         Los  estudiantes  se  dividían  en  dos  clases:  alumnos  internos  y  externos.  Los  primeros  pagaban  cien  pesos  anuales  y  los  segundos  no  estaban  obligados,  pero  podían  contribuir  espontáneamente. En  esta sede del  Colegio Nacional, funcionaba aparte, en el sótano,  la  escuela  provincial  de  primeras  letras,  dependiente  de  la  municipalidad.
         En  1846,  Elías  de  Valenzuela  se  separa  de  la  Rectoría  y  el  Colegio  regresa  a  su  status  anterior  hasta  1849  que Ramón  Isidro  Montes, recién  graduado  de  abogado en  la  Universidad  Central  de  Venezuela,  asume  la  dirección  del  Colegio,  primero  en  calidad  de  Vicerrector  y  luego  como  Rector  titular  durante el lapso 1850-1854. Bajo  su  rectoría  se  graduaron  los  primeros  bachilleres  de  filosofía  y  se  crearon  los  cursos  de  Derecho y  Medicina como paso conducente a lograr en el futuro para el Colegio el rango universitario.  Creó,  asimismo,  la  cátedra  de  Literatura  y  fundó  una  escuela  primaria  para  obreros  y artesanos.  Su propia casa hogar, construida en la calle Libertad, donde funciona hoy la Biblioteca Rómulo Gallegos, servía como complemento del Colegio para alojar a los internos venidos de otros puntos de la provincia y alrededores.
         Cuando  el diplomático, viajero y periodista,  Francisco  Michelena  y  Rojas,  realizó  su  exploración  oficial hasta  Bolivia, entre 1855 y 1859,   siguiendo  el  curso  del  Orinoco  y  del  Amazonas,  se  detuvo varias veces en  Angostura  y  registró  en  su memoria  esta  impresión  del  Colegio  Federal  de  Guayana:  “En  estos  últimos  años  la  educación  pública  ha  mejorado  bastante:  existe  un  colegio  que  contiene  a  la  vez  los  tres  grados  de  instrucción:  elemental,  secundaria  y  científica;  y  habiendo  vivido  en  él  las veces  que  visité  aquella  ciudad, me  complazco  en  augurar  que  tal  establecimiento  como  su  rector, el Señor Mantilla,  hacen  honor  a  la  provincia.  La  alta  instrucción  estaba  reducida  solamente  a  la  lectura  de  medicina  y  cirugía,  cuyo  profesor,  el  Dr.  Plazar, 
generosamente,  no  solo  renunciaba  entonces  a  su  estipendio, sino  que  dotó  a  la  clase  que  regentaba  de  su  gabinete  anatómico.  El  estudio  de  las  ciencias  matemáticas,  en  todas  sus  partes,  era  también  de  nueva  creación,  bajo  la  dirección  del  mismo  rector  Mantilla  y  del  Sr.  Olegario  Meneses.
         Tan  importante  establecimiento,  tiene  elementos  para  llegar  al  grado  de  perfeccionamiento  deseado; pues  tiene  rentas  suficientes,  con  las  fincas  que  posee,  o  más  bien  con  el  usufructo  de  los  terrenos  baldíos  de  Upata,  sobre  los  que  están  fundados  todos  los  hatos  de  ganado  existentes  en  todos  los  que  antes  se  denominaban  “de  las  misiones”; rentas  asignadas  por  el  general  Bolívar,  con  ese  sólo  objeto,  el  de  promover  la  instrucción  pública”.
         Ciertamente, como  dice  Michelena y Rojas,  en  1858  era  Rector  del  Colegio,  Alejandro  Mantilla. Para  entonces  ya  el  Congreso  Nacional,  por  decreto  del  26  de  marzo  de  1852,  había  autorizado  las  Cátedras  de  Derecho, Medicina, Ciencias  Eclesiásticas, Matemáticas  y  Filología.
         El  Colegio  percibía  por  concepto  de  arrendamiento  de  las  tierras  de  las  Misiones, ubicadas  al  Este  del  Caroní, Departamentos  de  Upata  y  Roscio, una  renta  relativamente  importante,  la  cual,  para  el  primero  de  febrero  de  1881  cuando  el  Gobierno  de  Guzmán  Blanco  dispuso  su  venta,  se  calculaba  en  un  poco  más  de  24  mil  bolívares.
         Las  tierras  fueron  adquiridas  por  los  propios  ganaderos  arrendatarios, a  través  de  don Antonio  Liccioni, presidente  de  la  Compañía  Minera  de  El  Callao,  quien pagó  por  ellas  al  Gobierno Nacional  la  cantidad  de  600  mil  bolívares  en  oro.
         No  hemos  obtenido  información  de  la  posición  o  reacción  del  Colegio  Federal  y  la  comunidad  con  relación  a  la  venta  de  las  tierras  misioneras  que  usufructuaba; pero,  si  hubo  disgusto  por  el  destino  que  el  Gobierno  pudiera  darle  a  ese  dinero, quedó  compensado  con  la  satisfacción  que  les  produjo 


ese  mismo  año  la  elevación  del  establecimiento  educacional  al  rango  de  Colegio  Federal  de  Primera  Categoría.       
         El  16  de  abril  de  1896, el  Congreso  de  los  Estados Unidos  de  Venezuela  completaría  la  obra  elevando  el  Colegio  Federal  de  Primera  Categoría  al rango definitivo de  Universidad  y  disponiendo  30  mil  bolívares  para  la  reparación  del  edificio  que  se  hallaba  en  muy  malas  condiciones. El  decreto  legislativo  del  cual  dio  cuenta  el  vespertino  El  Bolivarense  el  mismo  día  gracias  a  la  velocidad  del  Telégrafo, entró  en  vigencia  el  5  de  mayo  cuando  el  Presidente  Joaquín  Crespo  le  estampó  el  ejecútese.
         El  primer  Rector  que  tuvo  la  Universidad  de  Guayana  fue  el  doctor  José  María  Emazábal, descendiente  de  Emeterio  Emazábal, primer  artista  plástico  que  tuvo  Ciudad  Bolívar. Este primer Rector  se  sostuvo  hasta  1900  que  el  Presidente  Cipriano  Castro  designó  al doctor Santiago  Izaquirre,  nombramiento  que  fue  elogiado  en  el  periódico caraqueño “La  Restauración  Liberal” por  el  escritor  Rufino  Blanco  Fombona,  quien  más  tarde  sería  nombrado,  para  desgracia  suya,  Gobernador  del  Territorio  Federal  Amazonas, cuya capital tenía su asiento entonces en San Fernando de Atabapo..
         Ese  mismo  año,  la  institución  perdió  a  dos  de  sus  más  distinguidos  catedráticos,  Dr.  Felipe  Jorge  Lebrun  y  Alejandro  Mantilla. El  primero,  miembro  de  la  Facultad  de  Ciencias  Médicas  y  catedrático  de  Clínica  ginecológica  y  obstetricia, y , el  segundo,  Rector  en  1858.
         La  venta  de  las  tierras  misioneras  decretada  por  Guzmán  Blanco, la  vino  a  sufrir  el  Colegio  Federal  de  Guayana  en  septiembre  de  1900, cuando  el  Presidente  Cipriano  Castro, urgido  de  dinero, liquidó  varias  Universidades  del  país, entre  ellas  la  de  Guayana. Entonces  el  Colegio  bajó  a  segunda  categoría  bajo  la  protesta  general  de  los  bolivarenses  y  del  estudiantado  que  publicó  y  envío  un  manifiesto  al  Director  de  Instrucción  Pública,  doctor Félix  Quintero.
        

Hasta  entonces  y  desde  el  12  de  julio  de  1826, el  Colegio  había  conferido  34  grados  de  bachiller  en  medicina; 19  grados  de  bachiller  en  derecho; 9  en  Teología; 19  grados  de  doctor  en  Medicina; 16  grados de doctor  en  Derecho,  4 grados de doctor en  Teología, y estaban  por  graduarse  siete  jóvenes  de  doctor  en  Derecho  y  cinco  de doctor en  medicina, según  publica  el  diario  El  Anunciador  de  la  época.+
         La  presión  de  los  bolivarenses  a  través  de  cartas  y  manifiestos  públicos, logró  que  el  Presidente  Castro  reconsiderara  su  decisión  y  por  Decreto  del  11  de  marzo  de  1901,  dispuso  la  reinstalación  de  las  clases  de  Ciencias  Políticas  y  de  Ciencias  Médicas  y  la reapertura de la  Escuela  de  Minas que venía funcionando en Guasipati desde 1893 bajo la dirección de su fundador Miguel Emilio Palacio, doctor en ciencias exactas e ingeniero civil y de minas.  Dicho  Decreto  establecía  que  los  cursantes  podían  optar  al  título  de  Doctor  en  el  mismo  Instituto  o  en  cualquiera  de  las  Universidades  del  país; vana alegría, pues esta resurrección y homologación con las demás universidades del país, solo duró hasta 1904, cuando de nuevo vino el cierre definitivo, de hecho las clases se habían paralizado desde el año anterior por causas de la Guerra Libertadora que tuvo a Ciudad Bolívar como último baluarte.  Después de la sangrienta batalla de Ciudad Bolívar en julio de 1903, con la cual Cipriano Castro liquidó la Revolución Libertadora, la capital de la provincia quedó con su economía maltrecha y sus principales edificios, entre ellos el Colegio Federal y esta Casa de las Doce Ventanas donde estamos reunidos,  severamente impactados por el incesante cañoneo de los vapores de guerra.
         Desde entonces el Colegio Federal pasó a su primigenio status de segunda categoría y el  15  de  abril  de  1937, por resolución del Ministerio de Educación, pasó a llamarse   Liceo  Peñalver, en  memoria  de  don  Fernando  Peñalver, eximio  patriota  venezolano, oriundo  de  Píritu, estadista y político, firmante del acta de Independencia y quien  jugó  rol  importante  en  el  Congreso  de  Angostura  y  en  el  Correo  del  Orinoco.      
        
 Pero de ninguna manera era justo que los bolivarenses continuaran obligados a separarse de sus hijos para darles instrucción y formación profesional a costa de grandes sacrificios o se vieran en la necesidad de privarlos de ellos por falta de recursos. Así que la lucha por la Universidad se reanudó como en los primeros tiempos y se acentuó en los años cincuenta aprovechando que un bolivarense, el General Luis Felipe Llovera Páez, formaba parte de la Junta Militar de Gobierno, pero desde las alturas del Poder éste poco pudo hacer en ese sentido a pesar de la ardorosa campaña protagonizada por aquel apasionado quijote llamado Tomás Rivilla, “El Negro Rivilla”, y desde la universidad de los Andes un grupo de estudiantes liderados por Celestino Zamora Montes de Oca.  Este trabajo colectivo dio sus frutos, pues el el 21 de noviembre de 1958, a raíz del movimiento cívico militar del 23 de Enero,  el Presidente provisional de la República doctor Edgar Sanabria, oriundo del Estado Sucre, decretó la creación de la Universidad de Oriente integrada por escuelas repartidas entre los Estados de acuerdo con  su realidad económica y social, pero con sede central en Cumaná. Al Estado Bolívar, dada su condición minera  en desarrollo, correspondió las Escuelas de Medicina y Geología y Minas, bajo la promesa apaciguadora de integrarlas en una Universidad propia y autónoma del Estado al cabo de un tiempo que se hizo interminable y obligó de nuevo a los bolivarenses a insistir por una universidad total centrada en la capital histórica.
         Entonces se organizó un Foro público en el auditorio de la Unidad Sanitaria presidido por el Gobernador arquitecto Manuel Garrido Mendoza y al cual asistieron la Presidenta de la Legislatura, doctora Stella Cabrera; el Rector de la UDO, doctor Víctor Manuel Fossi Belloso; el director del Núcleo Bolívar de la UDO, doctor Carlos Pérez Cañas; el escritor Manuel Alfredo Rodríguez, el doctor Camilo Perfetti, Renny Ottolina y  el coordinador del Foro doctor José Eugenio Sánchez Negrón. El foro tenía por objeto  nombrar un Comité que trabajara por lograr convertir el Núcleo Bolívar de la UDO en la Universidad de Guayana, autónoma e independiente de la Universidad de Oriente.
        
Renny Ottolina, a quien se invitó muy especialmente dada su gran influencia mediática,  trajo de Caracas un papel escrito respaldando esa idea y agregando la de trabajar igualmente por un Teatro, una Biblioteca y una Escuela de Artes Plásticas, subrayando que el futuro de Ciudad Bolívar le importaba tanto como Coro, Mérida y Margarita y que era su decisión trabajar para que la ciudad se convirtiera en la Capital Cultural de Guayana.
         Días después, específicamente el seis de septiembre de 1972, una asamblea  muy representativa de la ciudad, convocada por iniciativa de la  Asociación de Damas del Colegio de Médicos,  eligió un Comité Promotor y le encomendó la gran tarea de aunar esfuerzos e iniciativas convenientes, dirigidos a convertir a Ciudad Bolívar en la capital Universitaria del Sur.
         Dicho Comité lo formaron entonces el Dr. Carlos Grúber en calidad de Presidente; Vicepresidente, Dr. José Nancy Perfetti; Secretario Ejecutivo, Dr. Carlos Pérez Cañas.  Vocales: Dr. Elias Inaty, Celina Díaz de Perfetti, Dr. José Sánchez Negrón, Sr. Joaquín Porras Lander, Br. Argenis Rodríguez.  Asesor, Manuel Alfredo Rodríguez y Presidente Honorario, Reinaldo José Ottolina Pinto, mejor conocido como Renne Ottolina.
         La primera labor de este comité fue la de solicitar del Concejo Municipal, la donación de los terrenos necesarios para la construcción de las instalaciones y edificaciones indispensables a la Universidad y un Complejo Cultural. Igualmente la destinación de los terrenos donde funciona el Aeropuerto  que entonces pensaban cambiar de lugar, a los efectos de construir en él un Jardín Botánico que serviría de campo experimental a una futura Escuela de Ingeniería Forestal; y al Ejecutivo Nacional, la creación de una Universidad con sede en Ciudad Bolívar, cuya estructura como polo del movimiento cultural y  desarrollo de la región, debía tomar como punto de partida el Núcleo Bolívar  de la UDO, el cual sería absorbido por la nueva Universidad.
         El movimiento en pro de lo que entonces se llamaba Universidad del Sur, tuvo resonancia en las alturas del Poder Central y el 28 de agosto de 1973 el doctor Enrique Pérez Olivares anunció en  el curso de una visita a esta ciudad que el Ministerio de
Educación a su cargo, dentro del estudio de la regionalización de la educación superior, había dado prioridad a la creación de la Universidad del Sur y que a esa altura el proyecto estaba lo suficientemente adelantado.
         Pero este anuncio, muy bien recibido por los bolivarenses, tenía el inconveniente de haberse hecho en vísperas de una campaña electoral que al final derivó en un nuevo gobierno de signo contrario al que había sido receptivo.  Decía Arturo Graf, un poeta y literato italiano, autor de Ecce Homo, que “la política es demasiado frecuentemente el arte de traicionar los intereses reales y legítimos, y crearse otros imaginarios e injustos”.  De allí tal vez la falta muchas veces de continuidad administrativa tan peculiar en la democracia venezolana.       
         Lo cierto es que por la reivindicación de ese derecho, hubo que esperar seis años más.  El 24 de julio de 1979, el Presidente de la República, por Decreto 182, creo un equipo de trabajo para estudiar y determinar la factibilidad, planificación y organización de una Universidad para Guayana
         El equipo presidido por el doctor Aníbal La Riva e integrado además por Pedro Álvarez, Obdulio Álvarez, Luis Emilio Ibarra, Roberto Machado, Sócrates Medina, Alcides Sánchez Negrón, Moris Valery, Antonio Villasmil y el director del Instituto Politécnico de Ciudad Guayana, tenía como tarea estudiar y definir en el término de 180 días en qué forma la Universidad de Guayana contribuiría al establecimiento del subsistema regional integrado de educación superior, a fin de articular y armonizar los esfuerzos de docencia, de investigación, de extensión y administración de las instituciones universitarias de la Región Guayana. 
         La juramentación por el Ministro de Educación, doctor Rafael Fernández Heres, tuvo lugar en el inmueble que sirvió de asiento al Congreso de Angostura sede hasta el siglo veinte del Colegio Federal al mismo tiempo que de la Universidad de Guayana, clausurada en 1904.
         Fue indudablemente un paso muy importante, conducente a la creación para Guayana de una Universidad total, integral y suya,
porque como bien lo dijo en su oportunidad Alfonso D´ Santiago, su crecimiento de población y de modo especial, su desarrollo así lo reclamaban como lo reclamaba también el país por estar la economía de Guayana inexorablemente vinculada a la estrategia y manejo de los ingentes recursos naturales de la región.
         Pocos días después los integrantes del equipo iniciaron el trabajo y de acuerdo a la información estadística analizada, necesidades y demandas planteadas a la Educación Superior por el proceso de desarrollo de la Región Guayana, concluyeron en que el proyecto de la Universidad no era solo deseable sino que estaba ampliamente  justificado.
         La Comisión llegó a acuerdos básicos que subrayaban la calidad de una Universidad experimental proyectada en tres aspectos: uno externo que vinculara a la Universidad con el resto de las instituciones de tercer nivel en aras del subsistema regional, pues a esa altura ya en Guayana otras universidades del país habían creado núcleos parecidos a los de la UDO.
         Esta vinculación de la UNEG con el  resto de las instituciones del tercer nivel, ofrecería ventajas en cuanto a optimización de los recursos humanos, financieros y físicos disponibles para la educación superior en la región.  Otro de los aspectos a proyectar seria el interno,  referente a la capacidad de adaptación a nuevas situaciones exigidas por la dinámica de la realidad nacional y, finalmente, el aspecto de relación con las industrias básicas de la región en función de proyectos de investigación, cursos, seminarios y los cambios que habría de requerir la actualización de los planes de estudios.
         El informe rendido en el término de 180 días, permitió que fuese aprobada por el CNU la creación de la Universidad de Guayana, decretada luego por el Presidente de la República el 9 de marzo de 1982 y, por resolución del Ministro de Educación, designados el doctor Sócrates Medina, en calidad de Rector; Vice-Rector académico, Licenciado Santiago Ollaquindia; Vice-Rector Administrativo, doctor Juan Vicente Arévalo Hernández y Secretario, doctor Obdulio Álvarez.
        

La juramentación del equipo rectoral por parte del Presidente de la República de entonces, doctor Luis Herrera Campíns, tuvo lugar el 3 de agosto de 1982, en ese mismo recinto del antiguo Colegio Federal.
         Estuvieron presentes en aquel acto solemne y trascendental, el Gobernador Alcides Sánchez Negrón; el Ministro de Educación, Felipe Montilla; el Ministro de la Defensa, Vicente Luis Narváez Churión; el alto mando militar en pleno, los Presidentes de las empresas básicas así como representantes de otras universidades, poderes públicos, cuerpo consular, clero e instituciones culturales y científicas.
         La nueva Universidad, sostenida insoslayablemente en los principios de las disposiciones fundamentales de la Ley de Universidades, debía operar como un sistema regional de núcleos en las principales cabeceras de municipios, con profunda vocación humanística,  posibilidades de expansión en las ciencias de la ingeniería y, en especial,  en las relacionadas con los aspectos ambientales toda vez que la característica de los suelos de Guayana, la fragilidad de sus bosques y los recursos hídricos, obligan a la formación de profesionales para su control y desarrollo.
         El 14 de diciembre del año siguiente (1983) por Resolución 424 se dictó el Reglamento General de la  naciente Universidad Nacional Experimental de Guayana que no obstante haber reventado en flor con tanta solemnidad, se la dejó a la buena de Dios, sin los recursos suficientes ni instalaciones propias adecuadas para emprender la gran aventura del conocimiento. Arrancó con cursos de postgrados tendentes a formar los futuros docentes del pre-grado, pero el inmediato cambio de gobierno, por los consabidos prejuicios de índole político-partidista, entrabó o aplazó hasta 1986 la creación de las carreras previstas y, por lo tanto, la consolidación del proyecto.  Entonces, por Decreto 1397 del Presidente de la República, Jaime Lusinchi, fue derogado el Reglamento General, para poner en vigencia otro que formula un nuevo modelo de Universidad, absolutamente distinto al tradicional.  Con una estructura diferente de gran flexibilidad

conforme a la tesis de la nueva rectora Aline Lampe Joubert, nombrada el 16 de octubre de ese año y juramentada junto con el vice-rector académico Leopoldo Machado, por el Ministro de Educación de entonces, el doctor Luis Manuel Carbonel.  El cambio de estructura de la  Universidad implicó incluso ubicar su centro en Ciudad Guayana, no obstante ser Ciudad Bolívar su asiento principal de acuerdo con el decreto de creación.
A partir de la reforma del Reglamento, la Universidad de Guayana, conforme al proyecto educativo de la rectora Aline Lampe Joubert, adoptó un modelo curricular que le permitía cambiar de carreras de acuerdo con las necesidades que requiriera el aparato productivo del país.  Un caso único, pues pasaba a funcionar como toda una empresa con gerencia de proyectos.  Nada del decano tradicional ni del “magíster dixit”.
El curso introductorio se inició en Ciudad Guayana el 16 de noviembre del 87 con una matrícula de 620 alumnos en instalaciones arrendadas en la urbanización Villa Asia. Para entonces se anunciaron las carreras de Administración, Ingeniería industrial, Ingeniería de sistemas y Educación integral.
Los citadinos no se quedaron tranquilos y bombardearon por todos los medios.  Entonces la Rectora Aline Lampe declaró como provisional  el traslado de las oficinas administrativas a Ciudad Guayana hasta tanto el Gobierno le entregara la prometida Casa de las Doce Ventanas en proceso de restauración.  Lo cierto es que dicho inmueble le fue entregado y más tarde la Casa Liccioni contigua, abarcando ambos toda una cuadra frente al Orinoco.  Aquí se instaló la sede de la UNEG Ciudad Bolívar en 1990, bajo la responsabilidad del Licenciado Marco Tulio Cardozo.   Por la misma han pasado desde entonces los licenciados Alexander Manzutti, Eddy Orozco, Indira Rodríguez Moreno y Nalúa Silva Monterrey, en calidad de responsable encargada.
Ciudad Bolívar sigue esperando porque su nuevo rol frente a Ciudad Guayana como centro minero, industrial y energético, es la de Capital y, por lo tanto, centro de los Poderes Públicos estatales y de las dependencias nacionales, centro de la Armada Fluvial y de
la V División de Infantería Selva, centro financiero, histórico, turístico, universitario y cultural y en esa dirección entendemos que están obligados a trabajar Gobernación y Alcaldía y demás instituciones sin dejar que se tuerzan esas líneas.  Además, es una aberración querer concentrar todas las industrias y servicios en Ciudad Guayana en detrimento de los demás municipios.
Tras una situación de conflicto tanto de profesores como de estudiantes que ameritó la designación de una comisión de notables integrada por Andrés Pastrana, Eduardo Castillo y Héctor Silva Michelena, con el fin de efectuar una evaluación integral de la Universidad en lo académico, administrativo y financiero,  fue nombrado en 1992, Rector de la Universidad, el doctor Oswaldo del Castillo Saume, bajo cuya gestión se abrieron en Ciudad Bolívar las Escuelas proyectos de Administración, Contaduría y Educación Integral.  El curso introductorio fue abierto en marzo de 1996 en instalaciones prestadas de la Unidad Educativa Carmen Luna Lezama. Los estudios continuaron luego en la Columbo Silva Bolívar y actualmente en instalaciones de la UDO. 
Además de los cursos de Ciudad Bolívar, bajo la gestión del equipo rectoral presidido por el doctor Oswaldo del Castillo, se abrieron las escuelas: de ingeniería forestal en Upata, y de administración y contaduría en El Callao y Guasipati.  Mediante un convenio con Brasil se dicto una licenciatura en letras en Santa Elena de Uairén.
En 1994, la sede de la Uneg en Puerto Ordaz comenzó a ser una realidad al tener lugar el 19 de mayo el primer vaciado de concreto.  Con esa acción se inicio la construcción del primer edificio de la sede universitaria ubicada en las inmediaciones de la avenida Atlántico.
La resurrección de la Universidad de Guayana fue paso muy importante para la masificación de los estudios superiores en Guayana.  No sólo se han creado nuevas Universidades, sino que buena parte de las Universidades públicas y privadas del país se han extendidos hasta Guayana  a través de núcleo, centros, aldeas o estudios supervisados El Estado Bolívar cuenta hoy, además de la Universidad de Guayana, con la Universidad Bolivariana y la

privada  Universidad Católica Andrés Bello a las cuales se suman el Núcleo de la Universidad de Oriente el más antiguo, las Universidades Nacionales Experimentales Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre,  Rómulo Gallegos,  Politécnico Guayana, Libertador, el Instituto Universitario Tecnológico del Estado Bolívar, , la UNEFA, Gran Mariscal de Ayacucho, Pedro Emilio Coll, IUTIRLA, Monseñor Talavera, Santiago Marño, Ceciio Acosta y Andrés Bello, además de las llamadas aldeas de la Misión Sucre repartidas en todos los municipios.  Todos con una matrícula muy superior a los cien mil estudiantes.
Hecho importante de ser mencionado con relación a la Universidad de Guayana es, indudablemente, el logro de la autonomía universitaria que permitió en septiembre del año 2000 la elección por el voto de la comunidad universitaria del equipo rectoral presidido por el doctor Amadís Flores Pettit, docente de altos y amplios estudios universitarios dentro y fuera del país, que prometió la consolidación definitiva de esta máxima casa de estudios e incluso reivindicarla, situándola en el sitio que por ley le corresponde.
Las Universidades o institutos Universitarios establecidos en el Estado, cual sea su rango y modalidad, así como las de otras ciudades con extensiones en la región, tienen en sus manos  elevar la calidad de los estudios y apelar a la inteligencia, al espíritu creativo de docentes y estudiantes, para mejorar el rendimiento y, en síntesis, seguir el ejemplo de la Universidad de ayer, la que en medio de la más dura estrechez concibió Ramón Isidro Montes y toda una cáfila de intelectuales y científicos venezolanos que pasaron por sus aulas.
A 250 años de la fundación de la ciudad y 160 de haberse creados los  cursos  de  Derecho y  Medicina que conllevaron al antiguo Colegio Federal a adquirir  rango universitario, podemos afirmar que Guayana dispone en la actualidad de estudios superiores de tercer y cuarto niveles suficientes acordes con la demanda de sus necesidades.  Otra cosa a considerar es la discusión que se mantiene por  la degradación de la calidad de los estudios a causa de la misma  masificación y el déficit de los recursos humanos así como de los presupuestos e instalaciones adecuadas que estimulan la fuga de cerebros y  están planteando quizás una lucha más intensa que la de otros tiempos por la reconquista de los estudios superiores. 


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LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA


Disertación de Américo Fernández sobre el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, 15 de marzo de 2002, en el Teatro de CVG-Edelca de Pto. Ordaz
Es un placer amigos estar en este auditorio generoso de Edelca para discurrir ante ustedes sobre el pensamiento y trayectoria de un venezolano que se destacó como político y pedagogo al servicio entero de la nación.
Es tradición muy arraigada acordarnos de nosotros y de los otros en la fecha aniversario, especialmente de los otros cuando se trata de personalidades de una calidad ejemplar como la del doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien, no obstante su muerte ocurrida recientemente, apenas nueve años, hace posible esta reunión de la comunidad del Instituto Nacional de Cooperación Educativa para que hoy cuando se cumple el aniversario centésimo de su natalicio, lo confirmemos imperecedero en la memoria.
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No creo que Prieto se haya atrevido a dudar de su existencia futura porque como decía Iginio Tarchetti, un poeta y novelista lombardo del siglo diecinueve, "los hombres verdaderamente grandes no pueden dudar de su existencia futura, porque sienten en sí mismo su propia inmortalidad" y él, Prieto, sobrepasó la medida de lo ordinario en el campo de la pedagogía y en el campo de la política. Bastaría con decir que escribió cincuenta libros, un libro por cada dos años de su vida, puesto que vivió 91 años. Esto sin considerar un centenar de discursos y conferencias publicados.
Los margariteños, por naturaleza, son longevos y Prieto era margariteño. Nacido en la Asunción, capital del Estado Nueva Esparta, el 14 de marzo de 1902, hace cien años, en pleno Gobierno de Cipriano Castro e iniciándose la sangrienta Guerra Libertadora. Margarita tenía para entonces 27 escuelas primarias y dos Colegios Nacionales en la Asunción, uno de los cuales, el de varones que después se llamó Escuela Graduada "Francisco Esteban Gómez” que funcionó durante mucho tiempo en un abandonado convento de franciscanos que estuvo funcionando hasta los años sesenta frente a la Plaza Bolívar. Prieto no solamente cursó allí sus estudios sino que fue Maestro No. 2 en 1924. Yo estudié cuarto grado en esa Escuela con la maestra normalista Nuncia Villaroel, quien nos contaba que Prieto vivía en uno de los cerros que circundan el valle de La Asunción, llamado Copey y bajaba todos los días en un burrito a repartir leche a determinadas casas de familia. También cultivaba la tierra con un entrañable amigo de su infancia llamado Plácido Fermín.
Prieto estudió bachillerato en un Colegio Federal que luego pasó a llamarse Liceo Francisco Antonio Risquez en honor a ese sabio fundador de la medicina moderna en Venezuela y cuyos restos se hallan en el Panteón Nacional. Entonces los estudios de bachillerato tenían una duración de tres años y se dividían en tres categorías: un curso general obligatorio, un curso de castellano y latinidad y para terminar el ciclo un curso de filosofía que le permitía al estudiante acceder a la Universidad.
Prieto se destacó como buen estudiante y conforme al método lancasteriano, esa cualidad le valió para hacer sus primeros ensayos en el campo de la docencia que ya en la Capital de la República podía alternar con sus estudios universitarios.
En Caracas tuvo su primea oportunidad como maestro en el Colegio Católico San Pablo y luego como Profesor en las Escuelas Normales Gran Colombia, Miguel Antonio Caro y en el Instituto Nacional Pedagógico, creado por decreto ejecutivo el 30 de septiembre de 1936.
Estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela, pero jamás quiso ejercer la profesión, prefirió dedicarse de lleno a la docencia y por esa vía incursionó en política a través de ORVE, u "Organización Venezolana", un movimiento político postgomecista del año 36, uno de los embriones de lo que sería después Acción Democrática.
En ORVE, el Maestro Luis Beltrán Prieto junto con Miguel Suniaga y Luis Barrios Cruz formaba el Consejo Técnico de Educación con el aval de que juntos, tres años antes de la muere de Gómez, habían fundado la "Sociedad de Maestros de Educación Primaria", 15 de enero de 1932. Esta organización fue el punto de partida de todas las instituciones gremiales del país y, por lo tanto, no pasó inadvertida por la dictadura gomecista. Por ello, en 1935, cuando la organización sindical cumplía su cuarto año de gestiones, el ministro de Educación Pública, doctor Rafael González Rincones, prohibió a los maestros formar parte de la organización. Era la típica orden dictatorial, porque para el régimen gomecista toda reunión de más de dos personas, era peligrosa.
Siendo Presidente de la Sociedad de Maestros, Prieto fundó la Revista Pedagógica, órgano de difusión de las ideas educativas modernas, que desde mediados del siglo diecinueve venían aplicándose en casi todo el mundo. Esa revista figuró como una de las mejores de América en las materias de su tratamiento específico.
En ese tiempo publicó su primer libro "La adolescencia: estudio psico-pedagógico" y al año siguiente, 1935, se recibió de doctor en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela, con la tesis "La delincuencia precoz"
Desde su sitial de consejero técnico de ORVE, Luis Beltrán Prieto Figueroa trabajó ardorosamente para transformar la Sociedad de Maestros de Educación Primaria en una Federación organizada regionalmente en los veinte estados y territorios federales además del Distrito Federal. Una de las primeras Asociaciones regionales que fundó fue la de Nueva Esparta, presidida por el Padre Montaner. Ese mismo año fundó en Margarita la Asociación de Escritores y Periodistas junto con Pablo Rojas Guardia; falleció su madre Josefina de Prieto Higuerey y también en accidente de tránsito en Caracas, su compañero de luchas gremiales el bachiller Miguel Suniaga.
De suerte que en 1936, después de la muerte de Gómez, fue designado por segunda vez presidente del gremio magisterial, y como tal convocó en junio del mismo año, la Primera Convención Nacional del Magisterio, donde nació la Federación Venezolana de Maestros. Ese año la Asamblea Legislativa eligió a Prieto junto con Pablo Rojas Guardia, senador por el Estado Nueva Esparta para el lapso 1936-1941.
En 1938, bajo la influencia del profesor guayanés J. F. Reyes Baena, se produjo la separación de los educadores de la enseñanza media, no obstante que continuaron bajo la orientación y gestiones de la Federación, que era un núcleo mayor que podía prestarle apoyo y luchar por sus intereses, ya que los componentes de la docencia del ciclo secundario eran numéricamente muy reducidos.
Orve que era apenas un movimie nto, resuelve transformarse en partido político y surge el Partido Democrático Nacional que no puede ser legalizado por agrupar a todas las fuerzas de izquierda, muchos de sus integrantes tildadas de comunistas de acuerdo al criterio político del Gobierno y en virtud del artículo 32, inciso sexto de la Constitución del 36 que daba al Presidente de la República potestad de calificar a las personas o descalificarlas si consideraba que eran comunistas, anarquistas o terroristas.
En 1937 López Contreras decreta la expulsión de los líderes más connotados, entre ellos Rómulo Betancourt, quien se enconcha para trabajar desde la clandestinidad. Una de sus conchas durante dos días fue la residencia de Luis Beltrán Prieto, situada de Tejar a San Martín. Allí tuvo oportunidad de escribir alguno de los capítulos del libro que primitivamente había pensado en titular "López Contreras y el imperialismo", el cual más tarde revisado y corregido bautizó con el nombre de "Venezuela, política y petróleo".
De manera que el PDN existió, pero en la clandestinidad y para poder participar en las elecciones de 1938 se legalizó con otro nombre, Partido Democrático Venezolano, liderado por el General José Rafael Gabaldón, Andrés Eloy Blanco, Juan Pablo Pérez Alfonso y Luis Beltrán Prieto Figueroa. Este último con el cargo de Director Jurídico.
El 11 de diciembre de 1938 se realizaron elecciones para renovar la Municipalidad del Distrito Federal. Prieto se separó de su curul en el Congreso y se postuló por la Parroquia Santa Rosalía. Su victoria fue inobjetable y llegó a ser pronto Presidente de del Concejo Municipal de Caracas.
En 1940 publica un libro que resultó prácticamente un best seller "Apuntes de psicología para la educación secundaria y normal", editado en México, Guatemala y Caracas.
En abril de 1941 vence el período presidencial del General Eleazar López Contreras y el Congreso Nacional elige Presidente de la República al General Isaías Medina Angarita, un hombre de mentalidad democrática amplia que distinto a su antecesor permite el surgimiento y libre juego de los partidos políticos. Se disuelve el PDV para dar paso a un partido moderno poli-clasista, tal Acción Democrático, fundado por Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa.
El 18 de octubre de 1945 un golpe cívico militar interrumpe el hilo constitucional y se establece una Junta Revolucionaria de Gobierno integrada por Rómulo Betancourt en calidad de presidente, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto Figueroa, y Edmundo Fernández, por el sector civil. El sector militar estuvo representado por Carlos Delgado Chalbaud y Mario Ricardo Vargas Cárdenas.
El golpe queda justificado por sus autores que esgrimían, con plena aceptación popular, la necesidad de ampliar las bases democráticas y propiciar las condiciones para que los gobernantes fueran electos por voluntad soberana del pueblo. Así ocurrió y durante el trienio 1945­1948, se hicieron esfuerzos importantes para universalizar la educación y mejorar su calidad, a través de una nueva estructuración del sistema educativo, en base a la tesis de la escuela unificada, animada por el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa que se tradujo en 1948 cuando era Ministro de Educación del gobierno de Rómulo Gallegos, en una Ley Orgánica de Educación.
Se dictó el Estatuto Orgánico de las Universidades, paso importante para unificar en el país un subsistema de educación universitaria, al definir la educación universitaria como una en toda la nación, pero este esfuerzo educacional no fructificó debido al golpe de estado del 48 que depuso al Presidente Rómulo Gallegos e instauró una dictadura de diez años.
Tras el derrocamiento de Gallegos, el doctor Luis Beltrán Prieto estuvo preso durante ocho meses en la Cárcel Modelo, al cabo de los cuales fue expulsado a Estados Unidos en julio de 1949 como lo fueron casi todos los dirigentes importantes de Acción Democrática y del Partido Comunista.
La dictadura de los 10 años dividió el Magisterio entre los que eran sus partidarios y la mayoría que le eran adversos. Muchos maestros al igual que su líder Luis Beltrán Prieto, fueron a la cárcel y al destierro mientras otros participaban en las organizaciones clandestinas de combate antidictatorial Prieto permaneció en el exilio hasta 1958 cuando fue derrocado el régimen del Presidente Marcos Pérez Jiménez y se restauró el sistema democrático. El exilio le sirvió para conocer y recorrer por invitación varios países de América, entre ellos Bolivia, donde dictó una conferencia sobre "Carlos Beltrán Morales, como propulsor de la pedagogía social en América"; La Habana, donde dictó una conferencia titulada "De una educación de castas a una educación de masas"; Honduras, donde pronunció el discurso de inauguración de la Escuela Normal Superior Francisco Morazán y Costa Rica, donde fue designado Profesor Honorario de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de ese país.
La caída del régimen militar trajo los encarcelados, perseguidos y exiliados de nuevo a la quietud de sus hogares y al ejercicio de sus funciones magisteriales. En agosto de 1958, Prieto convocó la Convención Nacional del Magisterio, la Décimo Quinta, porque desechó las convenciones que se realizaron bajo la presión dictatorial y así la FVM continuó la numeración partiendo de la Convención Décimo Cuarta reunida en Maturín.
Fue esa una gran oportunidad para el reencuentro, para una nueva toma de conciencia de la unidad y destino del magisterio encargado de forjar, como lo había hecho siempre, la doctrina de la escuela moderna basada en los principios que inspiraron la Ley de Educación en 1948, cuya doctrina se reflejó en la Convención Décimo Tercera, reunida en la ciudad de Mérida, que dio lugar a la Escuela Unificada, doctrina permanente de la organización magisterial.
En las elecciones del 7 de diciembre de 1958 que llevó a Rómulo Betancourt a la Presidencia de la República, Luis Beltrán Prieto Figueroa fue electo por segunda vez, Senador por el Estado Nueva Esparta, y llegó a ser Presidente del Congreso Nacional, desde 1962 hasta 1966.
Siendo senador, introdujo el proyecto de ley que crea el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), sancionado el 22 de agosto de 1959, sustentado sobre la base de trabajadores, empleados y estado, orientada su actividad en función del desarrollo económico del país.
Tal como lo concibió en su proyecto, el INCE se ha trasformado en una realidad activa que desde 1959 a esta parte ha venido ampliando su horizonte y afinando sus métodos para proveer al país del recurso humano liviano, pero calificado y apto para dinamizar los sectores de su estructura económica.
Desde la Presidencia del Congreso continuó luchando a favor y por la superación del gremio magisterial en aras de una doctrina y filosofía nacional de la educación, que recogió en un libro el profesor Eduardo Rivas Casado y donde se demuestra que la filosofía educativa de Venezuela es el producto de la organización magisterial unificada de nuestro país en la antigua Federación Venezolana de Maestros. Porque como siempre lo afirmaba el Maestro Prieto, los principios educativos de Venezuela no han surgido en el Ministerio de Educación, sino en la gestión magisterial que puso en marcha el concepto de la Escuela Unificada y que en la Convención de Guayana, a pesar de la caída del puente de la Llovizna, donde murieron treinta y siete educadores miembros de la Convención, aprobó la llamada Declaración de Guayana que dio base para la redacción del Proyecto del Ley de Educación que Prieto presentó al Senado en 1966 y lo repitió en 1969, proyecto que sólo fue aprobado en julio de 1980 y que es la Ley Orgánica de Educación vigente.
En 1964, como Presidente de la Comisión Delegada del Congreso, le tocó recibir y pronunciar el discurso de bienvenida al Presidente de la República de Francia Charles De Gaulle y al año siguiente, en calidad de Presidente del Congreso, Prieto Figueroa viajó a Lima para estar presente en la Asamblea de los Parlamentarios Americanos y en la primera plenaria pronunció un discurso que luego fue publicado bajo el título de "América nace a la conciencia de su responsabilidad". De Lima pasó a Buenos Aires para dictar una conferencia sobre el "Analfabetismo en América" y a Chile para dictar una conferencia sobre "Doña Bárbara", la novela de Rómulo Gallegos. Esta misma conferencia la dictó en Montevideo.
En 1966, Prieto deja la Presidencia del Congreso Nacional para competir dentro de su partido por la candidatura presidencial. Virtualmente la ganó frente a la del doctor Gonzalo Barrios, pero el desconocimiento de su triunfo provocó una escisión, la tercera de Acción Democrática y la más grave, dando lugar al Movimiento Electoral del Pueblo, constituido el 10 de diciembre de 1967
El MEP lo postuló como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones del primero de diciembre de 1968 y obtuvo un total de 719.461 votos, insuficiente para la primera magistratura a pesar de que tuvo su fuerte electoral en el magisterio donde su figura tenía gran influencia.
El 30 de julio de 1981 falleció el poeta Fernando Paz Castillo y el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa fue llamado a ocupar su sillón en la Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Española el 16 de noviembre de 1981. Se incorporó el 8 de de marzo de 1984 en el sillón de la letra K. Dos años después, las Universidades Central de Venezuela y Simón Bolívar lo honraron con el título de Doctor Honoris Causa. En esa ocasión el doctor Edmundo Chirinos, Rector de la UCV, dijo en su discurso refiriéndose al homenajeado: "Al doctor José María Vargas lo obligaron a renunciar, al Maestro Gallegos lo derrocaron y a usted le cerraron el paso para que no llegara a gobernar".
El partido político Movimiento Electoral del Pueblo fue la última obra política de Prieto, pero a medida que su presencia por razones de edad se iba alejando, este partido fue perdiendo vitalidad en las masas. Pero Prieto continuó vivo en el magisterio aportando sus ideas, sólo que su obra más preciosa, la Federación Venezolana de Maestros, se fue dispersando, parcelando, bien por intereses políticos o crematísticos. Evidentemente que loa educadores han crecido en número, pero la organización es ahora menos eficiente que en 1947, por ejemplo, cuando Prieto era Ministro de Educación e inauguró la Escuela de Vacaciones del Magisterio y puso las bases para el mejoramiento de los maestros no titulares y elevación del nivel cultural de los graduados.
Prieto, quien falleció en Caracas el 22 de abril de 1993, había planteado antes la necesidad de la unidad del Magisterio aduciendo con firmeza que lo requería la educación venezolana, el destino de la cultura del país y el progreso de las instituciones nacionales que de acuerdo con la doctrina emanada de las luchas del Magisterio unido, figuran en las leyes de la República.
La obra de contenido ético, dedicado a los jóvenes, a la educación y a la formación política, del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa es densa y extensa. Entre los libros más buscados están La Escuela nueva en Venezuela, El Estado y la educación en América Latina, El humanismo democrático y la educación,  El magisterio americano de Bolívar, Psicología y canalización del instinto de lucha, La Magia de los libros y "Joven, empínate", un libro este último publicado en 1968 que recoge en parte pero de manera coherente algunas de sus conferencias sobre la juventud, responsabilidad social, ideales y deberes, la fe en si misma, trabajo y deporte y la generación de carbón, a la que se decía pertenecer porque estaba destinada a quemarse produciendo calor para poner en marcha todo el anhelo de un pueblo que aspirando a ser libre se encontró oprimido por un yugo secular de mandonería y de prejuicios.
Ciertamente, Prieto perteneció a la generación de carbón porque se convirtió como la antracita, en llama viva, que impulsaba a la gente joven hacia mejores derroteros. Experimentaba plenitud frente a los jóvenes no sólo por su naturaleza altruista sino porque formaba parte de su profesión, de una profesión que durante cuarenta años lo mantuvo frente a las aulas y porque, como lo afirmó en cierta ocasión, sentía que algo de lo que los jóvenes piensan, de lo que ellos sienten, de lo que ellos quieren, le transfería aliento vital.
Sostenía que la única manea de sentirse maestro era representando los intereses de la gente joven que se asiste. Además, es una manera de aprender también tanto el alumno como el maestro. Se enseña —decía Prieto- manteniendo una actitud constante de aprendizaje. En el fondo se trata de un problema de intercomunicación humana. Por eso podía afirmar que le debía a la juventud la formulación de un conjunto de pensamientos crecidos a su vera para conducir sus inquietudes y para orientar su comportamiento. Pero había algo que lo halagaba más y era el hecho de que los jóvenes podían acudir a él, seguros de no encontrar dobleces ni posiciones contradictorias porque siempre estaba en actitud de decirles lo que sentía. Quería que los jóvenes fueran hombre de manos limpias y de conciencia limpia y que los maestros vibraran con las ideas de su tiempo y con las ideas de su pueblo.