viernes, 17 de julio de 2015

Discurso en El Callao




PRONUNCIADO POR AMÉRICO FERNÁNDEZ EN LA PLAZA BOLÍVAR                                             16 DE JULIO DEL 2015.
Foto de LuMostrando DSC_0016.JPGis Vallenilla

Señoras y Señores:
Muy grato estar aquí por enésima vez en el pueblo minero de El Callao, privilegiadamente en la Plaza Bolívar, invitado por la Alcaldía, con motivo del día más importante de la comunidad, el 16 de julio, festividades religiosas de su patrona, Santa María del Monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen o Nuestra Señora del Carmen, una de las diversas advocaciones de la Virgen María.
Esta patrona de El Callao es también patrona del mar en España y Costa Rica. Reina y Patrona de Chile y de sus fuerzas Armadas; patrona de la Policía y Conductores colombianos, Patrona de Bolivia y del Perú y en nuestro país patrona de la Fuerza Armada.
Y ¿por qué la Virgen de los escapularios  y no Santa Bárbara se sublimó como la patrona de los mineros de El Callao? Seguramente porque  un 16 de Julio de 1829  fue hallada una rica mina de oro yacente bajo piedras rodadas que mineros activos de Caratal y  Tupuquén  llamaban “callao”.  Y esto, como especie de sortilegio, adquirió pábulo cuando el 16 de julio de 1888 estallo en Ciudad Bolívar la fábrica de dinamita que surtía a las compañías que han hecho más de 50 túneles que pasan por debajo de este pueblo.  Entonces el Vicario capitular doctor Juan Francisco Avis, sugirió como patrona de el Callao a la Virgen del Carmen, lo cual se concretó en 1929 cuando los frailes Nicolás de Carmenes, Gabino San Román y Minino Castrillo fundaron definitivamente la Iglesia.
De manera que el antecedente más próximo de El Callao es Tupuquén o la Misión de San Félix  de Tupuquén fundada en 1799 por Fray Leopoldo de Barna, quien para 1799 dio a conocer una población de 567 habitantes, predominantemente indígenas.  De aquí era el Indio Santiago quien contó al francés Lucien Morisse (s. XIX), que cuando niño solía acompañar a su padre, encargado de transportar el oro de los misioneros.
         Dentro del territorio misional discurría la quebrada de Caratal, donde los indios encontraban a flor de tierra, pepitas de oro que entregaban a los misioneros. Pero la existencia de oro rodado  de esa quebrada providencial de Caratal no trascendió fuera de aquellos contornos, sino cuarenta años después cuando la estuvo explorando el Director de la Reducción Indígena de Río Negro en 1845,  Pedro Joaquín Ayres y luego en 1850, el barquisimetano Pedro Monasterio Soto, quien había sido edecán del general José Laurencio Silva cuando estuvo en Angostura en 1827 como Comandante del Departamento Orinoco.
         En los años cincuenta y a raíz de la información publicada en una hoja impresa en los talleres tipográficos de Crisanto Vicentini, la ambición por la riqueza comenzó a apuntar hacia Caratal. Allí llegaron atraídos por el señuelo dorado, Vicente León, quien dijo a Andrés Hernández Morales, Juez de Paz de esa parroquia, haber hallado un pedazo de oro que pesaba 46 onzas; Lino Acuña, quien encontró una barreta de 24 onzas; los hermanos Silva , extrajeron 32 onzas de oro granulado. Francisco Mendoza, obtuvo 80 onzas al cabo de cinco semanas explotando un barranco y otro tanto Concepción Palacios y Manuel Antonio Zumeta.
         Caratal para 1857 era unos cuantos ranchos entre  árboles, habitados por mineros que iban a lavar la tierra aluvional de los barrancos al Salto Macupia. El  explorador  Francisco Michelena y Rojas dice que para ese año de 1857 sólo explotaban el oro de Caratal 32 negros trinitarios, tres ingleses, 3 franceses de las Antillas y 6 de Demerara, mezclados con venezolanos de varias provincias.
         Es a partir de 1860 cuando a los bolivarenses de Angostura toman conciencia de la riqueza aurífera de la región y comienzan a tener interés por el suceso dorado de Caratal, pero si hay oro en Caratal de la Misión de Tupuquén, decían, seguro que también en la Misión de la Divina Pastora, y efectivamente los enviados de Florentino Grillet, quien a la sazón era Presidente del Estado Bolívar, encontraron oro en Cicapara, lo cual le dio base para organizar la explotación bajo la firma de “Compañía del Yuruari”, con capital de 50 mil pesos. Quedaron abiertos así dos frentes: el de Cicapara y el de Caratal que siguiendo las costas del Yuruari dieron lugar a numerosas empresas que fueron a converger en las grandes vetas de Nueva Providencia (Caratal, El Callao, Potosí, Chile, Eureka, Chocó).
         En 1864, el pueblo de El Callao no existía como tal sino un filón de oro denominado “El Filón de El Callao” y otras minas alrededor de las cuales se conformó el pueblo de Nueva Providencia con sede en Caratal y el Caserío El Callao.
         Nueva Providencia era un distrito para 1864 al igual que lo eran la Pastora, Tupuquén, Tumeremo, Miamo y Guasipati, dentro de la jurisdicción del Departamento de Guayana. El nombre El Callao no figuraba en la Ley de división político territorial del Estado; sin embargo, a lo largo de los años se impondrá por la misma fuerza socio-económica de la mina.
         El 26 de abril de 1869 Juan Bautista Dalla Costa Soublette, Presidente del Estado Soberano de Guayana, dotó de ejidos al Distrito Nueva Providencia apoyado en una Ley del Congreso de la República del 28 de marzo de 1853. Entonces le concedió cuatro leguas cuadradas de ejidos, tomando como centro las “Cuatro Esquinas” del pueblo de Nueva Providencia o Caratal.
         Al cabo de seis años de explotación sostenida del filón a través de barrancos, El Callao tomó forma de caserío y fue entonces (1870) cuando comerciantes bolivarenses que sostenían con préstamos, útiles y víveres la explotación, deciden organizarse para comprar los barrancos y explotarlos a través de una gran empresa aurífera.  Surge entonces la Compañía Minera de El Callao.

Compañía Minera de El Callao

         La compañía Minera de El Callao surgió inicialmente formada por 32 accionistas, los cuales aportaron un capital de 120.000 bolívares que fue aumentando en años posteriores por necesidad de la mecanización de la explotación y consolidación de las concesiones, las cuales llegaron a sumar 3.253 hectáreas.
         La explotación aurífera en forma organizada y en gran escala llevó a la Asamblea Legislativa a legislar sobre la materia dictando en 1875 un Código Minero, tanto para estimular la explotación como para que el Estado recibiera por ello un beneficio impositivo.
         Al año siguiente, específicamente 16 de julio de 1876. Ingleses trabajadores de las ricas minas auríferas de Caratal (El Callao) jugaron el primer partido de fútbol que se cree es el primero de Guayana y Venezuela como también fueron ingleses e irlandeses quienes introdujeron en Angostura las carreras de caballo (29 de abril de 1819) y no extraña que sean británicos porque ambos deportes tienen su partida de nacimiento fechada en esa nación anglosajona.
            La inmigración de ingleses y corsos atraída por la fiebre del oro de la segunda mitad del siglo diecinueve, dio pábulo al primer juego de fútbol en El Callao del que nunca se supo el resultado de la alineación, sólo que el maestro galés William Simpson, había sido el promotor.
            Este legado nacional ha sido refrendado con una resolución de la Federación Nacional de Fútbol entregada al Alcalde del Municipio El Callao, Coromoto Lugo,  por su directivo Laureano González en acto celebrado el 16 de julio de 2006, para celebrar los 130 años de la iniciación de este deporte en Venezuela.  Siendo así, el Fútbol, deporte que hoy acapara la atención de todos los aficionados del mundo, apareció primero en Venezuela que en Brasil, titulado campeón mundial en cuatro ocasiones.
         A tres años de este primer Código Minero (6 de febrero de 1878) se reconstituye y legaliza con nuevo capital, la Compañía Minera de El Callao bajo la presidencia del corzo don Antonio Liccioni, quien se hallaba en Casanare y se había mudado para Guayana con todos sus bienes y ganado.  
La Administración Liccioni prácticamente debutó con el primer asalto cometido en Guayana, el cometido contra  ”El Correo del Oro” el 6 de abril de 1878 que acabó con la vida del norteamericano, Frank Busch, en Rancho de Tejas sobre un camino de recuas entre  Guasipati y Upata. Las minas de El Callao alcanzaban entonces una producción que trascienden como las más ricas del mundo, llegando al tope de 8 mil 200 kilogramos en 1885.
         La abundante producción aurífera hizo posible un conglomerado poblacional muy heterogéneo y atrajo a buscadores de fortuna de todas partes, entre ellos, ingleses, franceses, norteamericanos y canadienses que invirtieron en empresas cuya vida marcaban la importancia y cuantía de las vetas que explotaban. Unas corrían con mejor suerte que otras. Se dependía mucho de vestigios y azares toda vez que no se trabajaba sobre reservas técnicamente cuantificadas y cualificadas. Por esa circunstancia colapsó en 1897 la compañía Minera de El Callao.
         La compañía Minera de El Callao llegó a embarcar por los puertos de Ciudad Bolívar un promedio mensual de 8 mil onzas de oro. Los meses de agosto y diciembre resultaban generalmente los de mayor auge (11 mil onzas).En l886 comenzó a bajar la producción de manera progresiva hasta l897 cuando la compañía Minera de El Callao se declaró en quiebra. Liccioni que ya contaba 80 años  se fue a ciudad Bolívar a pasar sus último días. Murió en 1901, 4 años después de la quiebra de la Compañía Minera de El Callao.
         Para la época no se conocía el Bolívar. Nuestro signo monetario era el Venezolano.  El Franco y la Libra Esterlina las divisas extranjeras con las cuales se comerciaba el oro. No se conocía otro tipo de transporte que el fluvial a través de barcos de vela y el de vapor.  El terrestre utilizaba burros, caballos mulos y carromatos tirados por yuntas de bueyes, de manera que la
producción aurífera proveniente del filón de El Callao y de otras
minas satélites se transportaba a Ciudad Bolívar en barras y a lomo de mulas.
         Liccioni disponía de dos oficinas administrativas, una en El Callao propiamente y otra en la llamada Casa de las Doce Ventanas de Ciudad Bolívar que había pertenecido al Capitán de Navíos de la Independencia, José Tomás Machado.
          Sectores hay de la comunidad bolivarense que sostienen que si hay que erigirle un fundador a El Callao,  tendría que ser don Antonio Liccioni porque fundador es el que diseña, organiza, impone el orden social, dirige y enciende el motor de la economía de un pueblo. 
En torno a ese lugar de Caratal  donde se asentó la Compañía Minera connotado con el nombre de El Callao, don  Antonio Liccioni, gracias a los recursos que aportó la explotación de esa mina muy rica, organizó la población criolla e inmigrante en lo que sería el pueblo de El Callao elevado posteriormente a la condición de municipio foráneo dentro del contexto distrital de Roscio y finalmente, a partir de 1989, Municipio autónomo.  Para entonces acusaba una población de 10 mil habitantes sobre una superficie de 2236 kilómetros cuadrados Su primer Alcalde fue  el médico Víctor García Burgos seguido posteriormente del profesor Jesús Coromoto Lugo Larreal.  çç
En 1968 cuando junto con el colega Juvenal Herrera estuve aquí escribiendo varios reportajes sobre la situación socio económica para el diario el Nacional nos informaron viejos mineros que por debajo de El Callao pasaban unos cincuenta túneles o galerías abiertas durante años a fuerza de ploga, barra y dina­mita.
Algunas galerías subterráneas bastante profundas  que comunican a un poblado con otro y tienen longitudes superiores a 5 Kms. como es el caso del túnel que co­munica a El Callao con El Perú.
Pero las miles de  almas que vi­ven en este valle circundado de colinas y al lado del Yurua­ri, atravesado por un puente, no le temen ni sienten aprensión por estos largos vacíos subterráneos.
Las galerías se sostienen con pilares hechos de la misma roca subterránea y pocos durmientes porque el subsuelo es suficien­temente consistente, según me contó en una entrevista para el diario El Nacional que le hice en 1968, José Enrique Rojas, un minero  nacido en este pueblo.
Las profundas y largas gale­rías han causado hundimientos de la superficie en algunas zo­nas de El Callao y también algu­nas casas se han desplomado otras presentan resquebraja­mientos.
En la zona de Colombia en ese año de 1968 se construía un pozo circu­lar de 4 metros de diámetro y unos 500 metros de profundidad a través del cual se pensaba abrir siete galerías más para seguir las ricas vetas auríferas cubi­cadas en 4 millones de tonela­das y ubicadas en una extensión de 50 hectáreas, en Caratal, al Sur de El Callao, según nos co­mentó en el curso de una con­versación el geólogo José Gon­zález Conde, funcionario del Mi­nisterio de Minas para  entonces.
El primer nivel del pozo estaba previsto que comenzaría a los 175 metros de pro­fundidad y uniría a las minas de Mocúpia con las de Sosa Méndez. Las otras galerías iban a distanciar en profundidad 50 metros una de otra.
En tiempo de fuertes invierno y desbordamiento del Yuruari algunas galerías se han inunda­do en forma peligrosa. Se re­cuerda que la News Goldsfield of Venezuela que contaba con un  personal de mil empleados y obreros, llegó a paralizar sus ac­tividades por inundación de una de sus minas.
El porqué de las estructuras livianas de las casas de El Ca­llao tiene su explicación en este submundo de cavernas con poco oxigeno y mucho  polvillo causante de la silicosis del mi­nero.
Con buen aguardiente y música al compás del bumg bag los mineros de El Callao suelen olvidar la dureza y penalidades de las cavernas. Para ellos no resultaba una experiencia nueva abrir siete galerías más. Estaban dispues­tos y ya comenzaban a aunar esta actividad con la producción au­rífera tan maltrecha en aquellos años de los sesenta.
Los dos viejos molinos utiliza­dos para el aislamiento y ob­tención del oro, fueron reparados por el Ministerio de Minas y. en­traron  a tratar bajo el pro­ceso de trituración y cianura­ción 600 toneladas diarias de mi­neral para un promedio estima­do entre 4 y 5 kilogramos de oro.
Los molinos trabajaban por cuen­ta del Sindicato de Patronos Mi­neros que contaba con 45 supli­dores y daba empleo a unos 200 obreros.
Debido a su desgaste los mo­linos sólo podían rendir la mi­tad de su capacidad original y la idea era mantenerlos hasta 1973 cuando se preveía entrara la empresa Minerven que había sido creada en febrero de 1970 para explotar las reservas de 4 millo­nes de toneladas auríferas cu­bicadas por el Ministerio. Pero la producción de Minerven no se inició sino  el 27 de marzo  de 1983, tiempos del ingeniero geólogo egresado de la UDO, Franklin Izquierdo,  cuando se anunció que la  planta contaba con una capacidad instalada para procesar 700 toneladas diarias de cuarzo, con un tenor de 12 gramos por toneladas y disponía de un  personal totalmente venezolano. 
         Durante la administración de Franklin Izquierdo, Mineven sólo llegó a producir hasta cuatro toneladas de oro al año, hoy en día la producción en vez de crecer, se ha reducido a 1,7 toneladas al año.  Se ha dicho que por falta de financiamiento para re-potenciar las plantas.
En el corto plazo se requieren de unos 70 millones de dólares para recuperar el nivel de producción de 4 toneladas anuales de oro. Para elevar la capacidad de producción a 8 toneladas al año que tuvo en el siglo diecinueve, tanto en las plantas como en las minas, se necesitan de unos 300 millones de dólares.
En marzo del 2001 se dieron los primero pasos para reactivar la mina Sosa Méndez, una de las tantas vetas abandonadas.  Los primeros pasos lo marcaba  el convenio bilateral China-Venezuela que prometía invertir, según estudios preliminares, unos 13 millones de dólares.
Esta mina de la señora Sosa Méndez terminó bajo la administración de la CVG Minerven que veía mejor concederla al poderoso imperio chino para su explotación con recursos técnicos más eficientes que los primitivos.
Esta reactivación  que aguardaba ansiosa la población minera desempleada de  El Callao,  sería el inicio para otros dos acuerdos que proyectaban  la recuperación de las colas auríferas y el aumento de la producción en la mina Caratal.   El convenio fue suscrito poco después en la reunión que sostuvieron  los mandatarios Jiang Zemin y Hugo Chávez, de China y Venezuela respectivamente.
         Consistiría en la reactivación y ampliación de la mina productora de oro Sosa Méndez, que estuvo inactiva por cerca de 46 años. Con los trabajos se pretendía incrementar la actual producción del yacimiento subterráneo e incrementar su vida útil. En la reactivación estaba prevista una generación de 350 empleos.
         La empresa asiática involucrada en esta empresa fue identificada como la Shandong Gold Group.  La mina Sosa Méndez es un yacimiento que posee reservas de mineral aurífero por el orden de las 912 mil 152 toneladas a un tenor de 10.42 gramos de oro por tonelada. El proyecto  con el grupo chino estimaba contar con una capacidad de extracción de mineral de 500 toneladas diarias.
Sin embargo, en el 2009, fue la decepción. La china Shandong Gold, rescindió el contrato y nuevamente la mina pasó a manos de Minerven por lo que el gobierno reafirmó su decisión de la nacionalización. 
El 13 de agosto de 2011, por decreto ley 8413, el Presidente de la República nacionalizó la explotación del oro y actividades conexas,  asegurando  que el objetivo de la nacionalización era  "tomar la zona del oro para combatir las mafias y el contrabando". No obstante, el Presidente de la Cámara Minera nunca ha estado muy seguro de ello  pues el Gobierno está presente en las zonas auríferas con la Fuerza Armada y el Ministerio de Industrias Básicas y Minería" y nada ha cambiado hasta ahora.  Hay quienes aseguran que la minería ilícita extrae ocho toneladas de oro al año, la misma cantidad que la legal, lo que supone más de 400 millones de dólares al precio actual.
El dirigente de la Cámara Minera asegura que las regulaciones gubernamentales son las que fomentan la ilegalidad. Las empresas mineras están obligadas a vender la mitad de la producción de oro al Banco Central de Venezuela. La otra mitad puede exportarse, pero las compañías sólo pueden quedarse con un porcentaje de las divisas ­para cubrir gastos en el exterior­ y deben vender el resto al BCV, también a tasa oficial, según el control de cambio vigente.
Para el 2013, los directivos de Minerven tenían previsto llegar a  los 4 mil kilos para recuperar los tres años anteriores de mala racha.  Todo lo contrario, la cifra que se proyectó resultó mucho menor a la de 2012, cuando se culminó con 1.847 kilos.
La razón de esta merma, para Exaviel Alexander, secretario general del Sindicato Unión de Trabajadores Revolucionarios de la Industria del Oro, Diamante, Caolín, Cuarzo, Conexos y Similares (Sutriodics), es que la empresa minera estatal mantiene operaciones disminuidas producto de la ineficiencia de las autoridades que la dirigen, la falta de inversión y mantenimiento, así como el constante enfrentamiento que la junta directiva mantiene con los trabajadores. Minerven a partir de 2013 mantenía prácticamente una paralización técnica, que según el Sindicato no era provocada por los trabajadores, porque aunque afilia a 4.500, aproximadamente, cerca de 40% no se encontraban en operaciones por falta de transporte, insumos y equipos.
Esta situación se extendió hasta 21 de junio de 2014 que por Decreto 1075 publicado en la Gaceta 40440, el Presidente de la República decidió la intervención de la empresa estatal. Más tarde el  30 de marzo de 2015 la Presidencia de la República emitió una serie de decretos mediante los cuales extiende la intervención de Minerven en el sentido de otorgar un lapso de seis 06 meses adicionales y  designa como nuevos miembros de la Junta Interventora de la Compañía al G/B Marco Castro Pacheco, como Presidente; y a Edwuard José Rojas Castillo y Valmore González Arias como miembros principales.  Por otra parte  ordenó transferir el  100% de las acciones de  la Compañía General de Minería de Venezuela, C.A. (Minerven), a la Empresa Nacional Aurífera, S.A. (ENA).
Pero Luego de la Nacionalización han surgido en el entorno laboral más inquietudes que satisfacciones pues hasta ahora no está claro ni  superados los problemas relacionados con la minería tecnificada y la llamada “pequeña minería”   El presente año en curso 2015 llegó con muchas incógnitas aún no despejadas totalmente.
A pesar de los múltiples problemas surgidos e irresueltos en los últimos años, la creencia general aquí es  que cada una de las colinas que circundan al pueblo está preñada de oro y que a El Callao quedan todavía muchos años de vida minera. La explotación se inició en Caratal y Tupuquen en 1829, época en la que dos o tres hombres, en sólo una semana sacaban hasta 80 onzas de oro.  Desde entonces, numerosas empresas nacionales y extranjeras han pasado por aquí a explotar el oro, como la Venezuela Austin Co., la Callao Bis, Bolívar Hill, Compañía Minera Nacional Anónima, Nueva Panamá Hansa, Unión, Winchester, Chacó, Tigre, Compañía Goldsfied of Venezuela considerada como la empresa más poderosa y organizada y que operó hasta 1945: la Guayana Mines Limitad que llegó a emplear hasta mil personas y finalmente la MOCCA que terminó sus días acusando pérdidas por más de 20 millones de bolívares cubiertos con subsidios del Estado.
El Callao pudiera ser  una verdadera Ciudad Dorada tanto en los aspectos físicos, social, como económico, pero no un pueblo menos como muchos pueblos petroleros que no  supieron sembrar a tiempo sus riquezas. Afortunadamente el Callao todavía cuenta con un resto de su riqueza no explotada y si ha podido aprender la lección de estos años, seguro que empezará ya a sembrar su oro para no perecer junto con el oro mismo el día en que bajo el poblado no  queden sino los consabidos túneles, inmensas galerías vacías y oscuras.


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